Wednesday, June 16, 2010

BIOETICA Y LEYES: CASO FRANCES

Algunos países de Europa, y Francia en particular, están tratando de
resistir la ideología ultraliberal del mercado de la reproducción. Es una
lástima que otros países mantengan una conspiración de silencio sobre este
tema". Son palabras del filósofo francés Sylvane Agacinski. Coincide con
Philippe Gosselin, del partido UMP (Unión pour un Mouvement Populaire):
"No podemos ser reducidos a cosas; el cuerpo humano no es objeto de
comercio". Francia, dice, tiene que defender valores que no sean el
utilitarismo que domina el debate de la biotecnología en el Reino Unido.
La visión de Gosselin es importante porque junto con su compañero
de partido Jean Leonetti está a cargo del proyecto de revisión de la
legislación bioética de Francia. A pesar de la reputación centralista de
Francia, el debate incluye el renacimiento de una tradición más radical: una
serie de reuniones populares llamadas "estados generales de la bioética",
parecidos a los Estados Generales que inauguró la Revolución Francesa. A
diferencia de las consultas específicas en el Reino Unido, abarcan temas
que van desde la investigación con embriones y el diagnóstico genético
preimplantacional a la donación de órganos, las pruebas genéticas
predictivas y la maternidad de alquiler, así como preguntas filosóficas sobre
la naturaleza de la persona.
En la tradición francesa de la democracia directa, los Estados
Generales permitieron a los ciudadanos de a pie cuestionar y desafiar las
conclusiones de los expertos. Hubo un sano nivel de desacuerdo con la
política oficial, y también el compromiso popular de no comercialización,
de solidaridad social y de protección de los vulnerables.
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Considerando la promoción por parte de la Asociación Médica
Británica de la política francesa de presunción de consentimiento para la
donación de órganos, es interesante ver el rechazo del sistema opt-out de
Estrasburgo por contradecir la solidaridad: para que la donación sea genuina
tiene que ser voluntaria (podrían haber añadido que los franceses aún tienen
el doble de personas en lista de espera de trasplante que los británicos).
Sin embargo, a pesar de su preocupación por que el mercado estaba
invadiendo áreas tales como las pruebas genéticas predictivas, aceptado en
el Reino Unido, los paneles de ningún modo fueron anticientíficos. Se
podría esperar que Francia, un país con fuerte tradición anticlerical, tuviera
un debate aún más polarizado, pero no ha sido así.
Ciertamente, hay presión para liberalizar lo que algunos consideran
como uno de los sistemas más restrictivos de Europa, especialmente en el
turismo reproductivo. En Francia bastantes parejas viajan a través de los
Pirineos o del Canal para aprovechar los sistemas que no requieren la
prueba de un "proyecto parental", lo que significa que tienen que ser
heterosexuales, casadas o que lleven cohabitando al menos durante dos
años.
Leonetti ha insistido en que Francia no cederá a lo que él llama
dumping ético. "Si la ley está determinada por lo que hace todo el mundo,
¿cuál es el sentido de la ley? ¿Hasta qué punto estamos dispuestos a
manipular la bioética para responder a cada uno de nuestros caprichos? Es
curioso que se aplique el principio de precaución para el medio ambiente y
no para los seres humanos". A juzgar por sus comentarios, y el informe
parlamentario preliminar emitido en enero, parece probable que los
franceses seguirán regulando la biomedicina de modo bastante estricto, por
ejemplo prohibiendo los servicios privados de análisis genéticos.
Del mismo modo, la senadora Marie-Thérèse Hermange ha
propuesto ampliar la recogida de sangre de cordón, pero no para uso
privado, sino más bien según los principios de no comercialización y de
libre disponibilidad (Donna Dickenson. Bionews, 29-III-2010. Traducido
por DM, 7-IV-2010).

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