Thursday, December 13, 2007

ABORTO EN ESPAÑA

TERCERA. JOSÉ ANTONIO ZARZALEJOS. Director de ABC

LOS decapitan, les succionan la masa cerebral, les inyectan líquidos letales y, tras descuartizarlos, introducen sus despojos en una trituradora conectada a los desagües y esa vida arrasada bárbaramente queda sin rastro. Así se practican abortos en unas clínicas de Barcelona a criaturas prácticamente a término -siete y ocho meses de gestación- y a otras cuyo derecho a vivir, aun no siendo viables fuera del claustro materno, está amparado por el artículo 15 de la Constitución española y por una ley natural inderogable y de vigencia universal.

En España -hay que afirmarlo desde el más básico conocimiento jurídico- abortar es delito. La ley de 1985 sólo -y ya es demasiado- despenalizó unos determinados supuestos. El tercero de ellos -riesgo real para la vida o la salud de la embarazada- ampara más del 97 por ciento de los abortos que se practican. Es obvio que se trata de un fraude de ley de proporciones incalculables y que, de hecho, está permitiendo que Cataluña en particular y España en general se hayan convertido en un macabro paraíso abortista al que acuden en sangrienta peregrinación miles de extranjeras en cuyos países de origen las leyes no son -como aquí ocurre- meros ornamentos legislativos.

Como bien recordaba el pasado viernes un lector de ABC, Julián Marías consideró la aceptación social del aborto como «el máximo desprecio de la vida humana en toda la historia conocida, y a la vez la negación de la condición personal». Así es. Una destructiva mentalidad sedicentemente liberal y progresista está usurpando el inicio de la vida y su final -mediante el aborto y la eutanasia activa- a sus propios titulares, imponiendo una abominable cultura de la muerte. Ni existe un derecho de la mujer a su propio cuerpo para deshacerse de la vida que ella en un acto voluntario -sea o no imprudente, esa es otra cuestión- ha creado, ni tampoco se da facultad por parte de nadie para acortar de manera activa la vida de un enfermo o de un anciano aunque la esperanza de supervivencia haya desaparecido o resulte del todo improbable. Hay tramos de la existencia -la inicial y la terminal- a los que hay que aproximarse con un respeto ignífugo frente a las llamaradas insensibles que para, hipócritamente, superar la barbarie silenciosa descubierta ahora en Barcelona proponen una nueva ley de plazos que nos conduciría, ya sin eufemismos, a un sistema de aborto libre.

La circunloquialmente denominada «interrupción voluntaria del embarazo» es, hoy por hoy, o sigue siéndolo, motivo de abierto debate en todas las sociedades conscientes de la necesidad de preservar determinados valores cívicos. No es una estratagema «conservadora», como con manifiesta indigencia ética se trata de relativizar este asunto; tampoco la oposición al aborto es una imposición moral de carácter confesional -en este caso del catolicismo y, en general, del cristianismo-, y mucho menos se trata de una incomprensión inhumana hacia muchos dramas personales y familiares que conducen a mujeres indefensas, engañadas, solas y abandonadas a esas clínicas de exterminio. Lo que se dilucida con el debate sobre el aborto es el modelo de sociedad y de convivencia que queremos construir; cuáles son los valores que debemos proteger mediante leyes justas y morales y qué medidas deben adoptarse para que el aborto no se convierta -como ahora ocurre- en una brutalidad de perfiles tan repugnantes que muchos medios de comunicación y la mayoría de los ciudadanos prefieren eludir para no enfrentarse a esa realidad que desafía a la conciencia colectiva.

Nada de lo que estamos conociendo tiene sentido social ni moral cuando existen medios anticonceptivos no abortivos para evitar la fecundación y cuando en España se mantiene una demanda abundante y constante de adopciones. Habrá, pues, que informar masivamente para evitar los embarazos indeseados y ofrecer métodos de barrera -desde luego nunca abortivos- cuyo coste sea mínimo o, a ser posible, gratuito. Y habrá que reconducir las peticiones de adopción, ahora dirigidas a terceros países, para facilitarla en España, aunque ello conlleve circunstancias emocionalmente más duras para la madre biológica y los padres adoptivos. Y habrá que invertir cuanto dinero sea necesario en una y otra iniciativa para evitar la lacra del aborto libre que -se admita o no- se ha instalado al amparo de un supuesto de despenalización que se ha comportado como cobertura para perpetrar demasiados desafueros.

Y habrá que aplicar la ley, lo que ahora no se hace. Hacerlo corresponde al Estado y, en particular, a los tribunales, que requieren de la alerta permanente de las fuerzas y los cuerpos de seguridad -tanto centrales como autonómicos-, pero también de los colectivos implicados, especialmente el de los médicos, que con aplastante mayoría se comportan conforme a las exigencias de su juramento hipocrático y se amparan masivamente en la objeción de conciencia. La práctica del aborto se ha convertido, además, no sólo en una inmoralidad ontológica, sino también en un pingüe negocio. En las clínicas de exterminio desmanteladas en Barcelona, la tarifa que habían de abonar las embarazadas por deshacerse de su criatura aumentaba al mismo ritmo que el tiempo de gestación: feto de seis meses, seis mil euros; de siete meses, siete mil euros; y de ocho meses -sí, de ocho meses-, ocho mil euros. Se calculaba, al parecer, el trabajo de la trituradora y, seguramente, el esfuerzo del verdugo cuando decapitaba a su víctima. Verdaderamente repugnante. Y sorprendente que la finísima piel de tantos colectivos cívicos se motee con urticarias por atentados ecológicos, culturales o sexuales y, en cambio, su epidermis parezca paquidérmica cuando ahí al lado, en la zona alta de la Ciudad Condal, y en tantas otras, se perpetra una barbarie que requeriría de un Truman Capote redivivo para relatarla con el énfasis de su legendario «A sangre fría».

No recurramos como paliativo a esta imperturbabilidad mediática y social ante estos crímenes a la perplejidad que causan o la atribución del ánimo escandalizado a una pulsión confesional. No hablamos de creencias -que también vendrían al caso-, sino de decencias; no hablamos de moral religiosa, sino de conciencia cívica; no escapemos de este macabro asunto por el portillo del drama personal de las embarazadas que abortan, porque de lo que estamos hablando es de los carniceros que las explotan y de la inacción con la que se olvida a las madres y la impunidad con la que actúan los victimarios.

España -recordaba en estas páginas el Secretario de Estado del Vaticano, Tarsicio Bertone, hace unas semanas- ha sido un «faro de civilidad» por los valores que, como sociedad, ha sabido proteger y aprehender en su convivencia. Los estamos perdiendo a una velocidad suicida y necesitamos una reposición de nuestra identidad colectiva con más urgencia que nunca. El vanguardismo relativista y permisivo en que en estos años nos hemos enfangado no sólo merma nuestro crédito de solvencia común, sino que, además, nos comienza a restar autoestima. Los crímenes abortistas de Barcelona tendrían que constituir un aldabonazo en la conciencia social porque la brutalidad y vesania de esos carniceros no deja de ser un signo del despiadado momento en el que discurre nuestro convivir.

El aborto, un fracaso colectivo

EDITORIAL.

MERECEN una profunda reflexión los datos sobre la práctica del aborto en España que hoy publica ABC. La expectativa de que en España pueda cerrarse el año con una cifra próxima a los 110.000 abortos, con un incremento estimado del 17 por ciento respecto al año anterior, demuestra una progresiva y preocupante aceleración de esta dramática estadística. A este ritmo, pronto habrá más del doble del número registrado hace diez años. Las cifras crecen en todas las comunidades autónomas, aunque se percibe una concentración de estas prácticas especialmente en Cataluña y también en Andalucía, Comunidad Valenciana, Madrid y Aragón. Es muy preocupante el crecimiento a ritmo acelerado en la franja de edad entre 15 y 19 años, es decir, mujeres que se encuentran en la adolescencia y la primera juventud. La introducción en su día de los tres supuestos de despenalización en el Código Penal, matizados por la sentencia del Tribunal Constitucional, parece ya superada por la realidad social. Es fácil constatar que muchas prácticas abortivas se desarrollan al margen de la ley, incluso en su interpretación más amplia posible. Como ocurre con alguna frecuencia en determinados indicadores sensibles de nuestra sociedad, hemos pasado de un extremo a otro: el escándalo de las clínicas de Barcelona ha destapado la existencia de verdaderas atrocidades, a la vez que se constata que España es hoy día el destino de muchas mujeres que no pueden abortar legalmente en su país de origen.

La rigidez en la aplicación de la ley y la «tolerancia cero» que el Gobierno impone en materias como el tabaco o la seguridad vial, parecen convertirse en permisividad absoluta cuando se trata del aborto. Miles de seres humanos no llegan a nacer a la vida extrauterina por causa de una legislación que se aplica de forma laxa y, en algunos casos, con un incumplimiento flagrante de los requisitos exigidos. El aborto no es moderno ni progresista, sino un reflejo del fracaso de los principios morales que vertebran la convivencia. La situación es peor todavía si no se cumplen las reglas que impone el ordenamiento jurídico y si las mujeres más indefensas son víctimas de desaprensivos que explotan esa debilidad para enriquecerse con negocios turbios. Los poderes públicos no pueden mirar para otro lado en un asunto de tanta gravedad. Como mínimo, es imprescindible una investigación eficaz sobre todos los casos que no se ajusten a la despenalización limitada que establece el Código Penal. Más allá del derecho vigente, la sociedad española debe iniciar un periodo de reflexión a la vista de los datos que hoy ofrece ABC. Una sociedad que presume de moderna y desarrollada no puede ser indiferente ante la extensión de este drama personal y colectivo.

España se acerca a los 110.000 abortos provocados en el último año

J.F.C. MADRID.

Las interrupciones voluntarias del embarazo (IVE) en las cuatro principales comunidades autónomas (Andalucía, Cataluña, Comunidad Valenciana y Madrid) han aumentado más de un 19 por ciento en el último año. Y junto a Aragón, el número de abortos supera los 75.000, según los datos oficiales de las distintas regiones. Estas cinco comunidades suponen entre el 69 y el 70% del total de abortos que se registran cada año en nuestro país, lo que significa que, si extrapolamos los datos, en el último año (2006) se habrían producido entre 108.000 y 109.000 interrupciones del embarazo en España, contra las 91.644 registradas en el año 2005. Si se confirman estas cifras, supondría un incremento medio en todo el país de un 17%.

Todo indica que las nuevas cifras del Ministerio de Sanidad sobre IVE en España superarán en cualquier caso y con claridad las 100.000 y serán más del doble de las registradas hace sólo diez años, cuando se produjeron 51.002 abortos. Además, y pese a la provisionalidad de los datos, sí se puede confirmar que sólo entre Andalucía, Cataluña, Comunidad Valenciana y Madrid (al menos 72.893 abortos) suman más interrupciones de las producidas en toda España hace sólo un lustro, cuando en 2001 la cifra alcanzó los 69.857. De estas regiones, Cataluña es la que lleva una mayor velocidad, pues en el último año (2005-2006) pasó de 16.905 abortos a 21.976, un 29,99 por ciento más.

Extranjeras

El número de interrupciones voluntarias del embarazo en nuestro país aumenta año tras año. Si por fortuna se estancase ese número por una vez, en cualquier caso la cifra final superaría la barrera de los cien mil. A los 75.713 (redondeando Madrid en 22.200, según cifras oficiales), habría que añadir 27.719 del resto de comunidades, más ciudades autónomas y mujeres extranjeras que viajan a España con el exclusivo afán de abortar. En total, se superan los 103.000. Esta última cifra debiera quedar (si se mantiene la progresión) entre 108.000 y 109.000, unas tres veces más que la vivida en 1990.

La situación con más detalle que se vive en las comunidades de Andalucía, Aragón, Cataluña y Comunidad Valenciana, de las que tenemos un mayor número de datos, es la siguiente:

Andalucía. En cinco años, de 11.697 abortos a 18.387. Un incremento en línea con Cataluña, aunque por fortuna se ha detenido algo en el último año con respecto a los anteriores. En lo que respecta a los grupos de menor edad, la situación ha mejorado, ya que han quedado «congelados» los abortos de menores de 15 años (115 por 112 en el último año) y en lo que respecta a las chicas de 15 a 19 años, con un ligero aumento (2.946 por 2.867). El problema es que las interrupciones en chicas de esta edad son más del doble que hace diez años.

Aragón. Mucho más tranquila es su evolución, con respecto a Andalucía, al pasar de 2.148 abortos a 2.820 entre 2001 y 2006, con un aumento medio en el entorno del 6 por ciento anual. Similar a los andaluces en el grupo de edad 15-19 años, esta vez con retroceso (325 por 329 en el último año), pero un incremento evidente entre las menores de 15 años, aunque son números muy pequeños: de siete a once. Puede ser un ejemplo de lo que debe estar sucediendo en algunas regiones de España, con cifras más calmadas que en Cataluña y Madrid, pero...

Cataluña. Tremendo toque en el último año, con un aumento superior al 30 por ciento, lo que supone 5.000 víctimas más entre 2005 y 2006, hasta acercarse a las veintidós mil (21.976 por 16.905). En todos los órdenes, la situación en Cataluña aparenta ser un caos total, con grave peligro para las menores de edad, pues el caso de interrupciones entre las que aún no han cumplido los 15 años casi se duplica: 100 contra 52. Además, en el grupo de 15 a 19 años el aumento es grave, pues pasan de 2.106 a 2.776. Habría que empezar a conocer de que edad son las mujeres (en su inmensa mayoría, extranjeras) que se sometieron a una interrupción voluntaria del embarazo en las clínicas ahora investigadas por la Justicia.

Comunidad Valenciana. Recién inaugurados los siete mil abortos al año hace un lustro, ya supera los diez mil, con especial incidencia en el último año, al producirse un incremento superior al 10 por ciento. También difícil de entender la evolución seguida por las menores de 15 años (aunque hablemos de números menores), al pasar de 39 abortos a 54. También es significativo que uno de cada dos interrupciones del embarazo se produjo en un centro público, siempre según los datos oficiales.

Futuro incierto

Parece, y según se comprueba el ritmo creciente de cifras y estadísticas, que en España el aborto no tiene posibilidad de un planteamiento nuevo. No se detiene el incremento, ni siquiera entre las menores (un 33 por ciento más entre las que no han cumplido los 15 años, de 210 a 280 y en el último año), y en esa franja de los 15 años a los 19 es constante, con un 3 por ciento de media, hasta superar los siete mil (7.416 en 2006).

Monday, December 10, 2007

LEALTAD

La lealtad como gran virtud

Al enseñarnos valores, se nos habla del amor (caridad en su auténtico significado) y muchos otros que consideramos como las mayores virtudes. En la enseñanza cristiana, se presentan la fe, esperanza y caridad como teologales. Pero hay un valor humano al que distingo preferentemente, porque pienso que nos lleva a todas las virtudes: la lealtad.

Tengo fe porque confío en que lo que se me dice es cierto, tengo esperanza por la misma razón y tengo amor porque confío en que ambos, yo mismo y el ser-objeto de dicho amor somos ambos leales. Soy generoso con mi tiempo, con mis afectos, mis conocimientos y con mis cosas porque soy leal al valor supremo de la caridad.

Ser leal, es ser congruente entre lo que se tiene como valor humano y lo que se hace en la vida diaria. Ser leal es mantener en absoluta consonancia lo que se dice, se ofrece, se promete o se jura, y lo que se hace en la práctica. Ser leal es no solamente la antítesis de la traición sino de la falla de conducta por debilidad de carácter.

Quien es leal respeta sus compromisos para con su Dios, su gente y consigo mismo. Si digo amar, la lealtad me obliga con el ser amado a mantener ese amor en hechos cotidianos ("obras son amores, no buenas razones"), pero me obliga también ante mí, para ser leal conmigo mismo.

La lealtad es el cumplimiento de la "simple" palabra dada, ya no digamos la comprometida por escrito en promesas y convenios de cualquier tipo. Un ser leal, sella compromisos con un abrazo o apretón de manos, que valen más que cualquier documento, porque sobre todo es leal a su palabra.

Incumplir compromisos adquiridos voluntariamente solo se justifica por la impotencia de hacerlo: nadie está obligado a lo imposible, es principio de derecho.

Como en toda escala de valores, la lealtad es primero con los principios morales y legales y luego con las personas. Hay quienes confunden la lealtad con la sumisión y la connivencia, y así, por "fidelidad" o "lealtad" a un jefe o un amigo, actúan en contra de la ley o la moral. Esto no debe ser; quien pide lealtad a costa de principios no la merece, pues contradice la propia escala de valores.

Quien es leal, cumple sus compromisos con todos en la vida real; no es asunto de discurso "bonito" o de frases petulantes. En los hechos vitales, o se es leal o no se es, no hay términos medios; por eso Cristo nos dice a sus seguidores: "el que no está conmigo está contra mí". Moralmente hablando no existe la neutralidad, todo acto volitivo sobre los deberes adquiridos (como el amor) o asumidos (como la ciudadanía) o está bien o está mal hecho.

La lealtad es el valor, la virtud que más admiro, y la deslealtad es la falla humana que más tristeza me provoca. Si una enfermedad no se cura, si un acto fortuito esperado no se cumple, si una simple comida no tiene el sabor esperado, causan desilusión, desencanto, hasta allí.

Pero la deslealtad, cuando alguien en quien confiamos nos hace trampa, nos engaña, nos traiciona, saca provecho de nosotros, entonces la frustración, el enojo que puede llegar a la rabia que esa deslealtad nos causa es la mayor desilusión humana: "confié en ti y me fallaste".

Cuando damos lealtad y la esperamos en reciprocidad, basamos todo en la confianza, que como dice un viejo principio, tan difícil es de ganar, tan fácil de perder y tanto más difícil de recuperar. No ganemos la desconfianza de nuestro próximo, de nuestra familia, de nuestros amigos, de nuestros compañeros, de nuestros asociados en la empresa o labor que sea, seamos leales.

Hay que ser leales (cumplidos) en todo, para conservar la confianza y el respeto (y hasta admiración, si se quiere) de los demás. Debemos llevar la lealtad a los detalles pequeños, ya que quien es leal en lo poco lo será en lo mucho; si nos permitimos pequeñas debilidades de fallarle a los amigos, poco a poco nos iremos "justificando", con la excusa que sea, fallas e infidelidades más grandes, con las mayores traiciones a la vuelta de la esquina.

Lealtad en los compromisos, es la base para no caer en la debilidad de pasar de la pequeña traición a la grande. Si me permito pequeñas fallas de lealtad y soy consciente de ello, y de cómo voy traicionando la confianza ajena de menos a más, termino por devaluarme y desconfiar de mí mismo.

Por eso debo aprender de mis debilidades y evitarlas, mantener y enriquecer la confianza, más que en otros, en mí mismo, como persona confiable, leal a mis compromisos, respetable ante mí mismo y ante los demás.

Thursday, December 06, 2007

LIBERTAD DE RELIGION?

Las capillas de los estadios de Berlín y Gelsenkirchen permanecen cerradas durante el Mundial de Fútbol por orden de la FIFA. Lo contrario, alega la organización, supondría una falta de “respeto” a los no cristianos y podría originar problemas de seguridad. Mientras, en Arabia Saudita, cuatro ciudadanos extranjeros cristianos han sido detenidos por rezar en una vivienda privada

La comunidad eclesial evangélica de Berlín negocia desde hace unos días con la FIFA para que las capillas de los estadios de fútbol permanezcan abiertas, siquiera al menos cuando se enfrenten las selecciones de dos países cristianos. Para muchos futbolistas, argumentan las autoridades evangélicas, es vital tener unos momentos de oración antes de un partido. Un caso paradigmático es el del brasileño Ronaldinho, famoso entre sus compañeros de equipo por sus breves “retiros espirituales”. Pero también hay varios jugadores surcoreanos, argentinos, africanos e incluso también algún europeo (por eso hay capillas en los estadios) para quienes ésta es una cuestión vital.

La FIFA ha ordenado el cierre de capillas por “respeto” a los no cristianos. Considera también que hay motivos de seguridad que justifican la medida. No se detallan qué problemas de seguridad podrían generar las capillas abiertas, pero se deduce un temor a las reacciones de los no cristianos.

Ese miedo lo sintieron también los responsables del burdel recientemente construido junto al Estadio Olímpico de Berlín, el mayor del país. La Iglesia católica y las comunidades evangélicas han tratado en vano de cerrarlo. Arabia Saudita e Irán, en cambio, lograron por lo menos que se retiraran sus banderas del prostíbulo. Unos desconocidos provocaron destrozos en el lugar y amenazaron con medidas más drásticas si no se atendía a sus reivindicaciones.

Encarcelados por rezar

Mientras las capillas en los estadios alemanes permanecen clausuradas, en Arabia Saudita se persigue a quienes practican la fe cristiana incluso en sus domicilios. La “Muttawa”, la policía religiosa del régimen, irrumpió el pasado día 9 en una vivienda en la que estaban rezando unos 100 cristianos, según ha informado la organización Compass Direct. Dos personas de nacionalidad etíope y otras dos eritreas fueron identificadas como los responsables del grupo y se encuentran desde entonces encarceladas.

En el reino saudí no existe libertad religiosa para los no cristianos. Cualquier manifestación pública o privada de fe no musulmana está prohibida. A veces se tolera que los cristianos extranjeros, nunca los saudíes, puedan celebrar misa en domicilios privados, pero en algunas ocasiones las autoridades aplican de forma rigurosa la ley y prohíben siquiera esta práctica. Benedicto XVI ha pedido recientemente a los países musulmanes reciprocidad, de manera que garanticen a los cristianos la misma libertad religiosa de la que se benefician sus ciudadanos o súbditos en los países cristianos.

Monday, November 26, 2007

CELULAS MADRE

Identifican una molécula que permite a las células del propio paciente adoptar las propiedades de las embrionarias

Cada vez son más débiles los argumentos de aquellos que siguen empecinados en sacrificar embriones humanos para obtener células madre con fines terapéuticos. Un equipo de investigadores de la Universidad de Edimburgo (Reino Unido) han identificado una molécula que permite a las células adultas adoptar las propiedades de las embrionarias.

El descubrimiento, publicado este jueves, 15 de junio, en la edición digital de la revista científica NATURE, viene a dar la razón a quienes han seguido la línea de investigación con células madre adultas, del propio paciente, que son las únicas que han obtenido resultados terapéuticos, y a los grupos pro vida que defienden los derechos de los embriones desde el mismo instante de su concepción.

Según los científicos de la Universidad de Edimburgo, las moléculas identificadas dotan a las células madre embrionarias de la capacidad para regenerarse y aplicar su pluripotencialidad, es decir su habilidad para producir numerosos tipos de células diferentes. Asimismo, moléculas como éstas podrían ser utilizadas para convertir las células normales somáticas de un paciente en células madre con las propiedades de las embrionarias.

Nanog, juventud eterna

La molécula causante de este importante descubrimiento ha sido bautizada con el nombre de Nanog, en honor a la mítica tierra celta de la juventud eterna, Tir Nan Og. Los especialistas fusionaron células madre embrionarias de ratones con células cerebrales adultas y, al sumarles Nanog, lograron aumentar el número de células híbridas que se comportaron como células madre de embriones después de la fusión celular. Estas células híbridas, además, desarrollaron la capacidad de transformarse en diferentes tipos de células.

El efecto de Nanog es extraordinario. Todas las células híbridas se convierten completamente en células madre embrionarias”, afirmó el doctor José Silva, uno de los científicos participantes en la investigación.

Por su parte, el doctor Peter Mountford, de la compañía biotecnológica Stem Cell Science, propietaria de la tecnología que ha permitido el descubrimiento, aseguró que el estudio muestra que Nanog puede desempeñar un papel central en los aspectos éticos de la investigación con células madre. “Representa un avance importante hacia la reprogramación de las células adultas, sin la necesidad de fabricar embriones humanos” para luego destruirlos.

El Parlamento Europeo no se entera

Al mismo tiempo que se hizo público este importante descubrimiento, el Parlamento Europeo respaldó este jueves el séptimo Programa Marco de Investigación, con un presupuesto de 50.000 millones de euros para el periodo 2007-2013, e introdujo una enmienda para que se puedan financiar con fondos comunitarios proyectos con células madre embrionarias en aquellos países que sea legal.

Tras la decisión, que viene a evidenciar que el Europarlamento no se entera de los avances en esta materia, los obispos europeos manifestaron su preocupación y oposición a una medida que atenta contra la vida de los embriones. “Muchas personas no aceptan que la investigación instrumentalice la vida humana y la utilice como materia prima. No se trata simplemente de una posición católica”, dijo monseñor Noel Treanor, secretario general de la Comisión de las Conferencias Episcopales de la Comunidad Europea (COMECE).

“Toda vida humana comienza con la concepción y necesita una particular protección si ha sido creada fuera del seno de la madre. La vida humana nunca debe ser instrumentalizada. Por eso, mantenemos la oposición de principios ante la destrucción de cualquier embrión y ante el uso de células madre embrionarias”.

Así, a la vista de avances como los de la Universidad de Edimburgo, todos aquellos que dedican sus esfuerzos y dinero a la investigación con células madre embrionarias, o sea, científicos clonadores, industrias biotecnológicas que les pagan y administraciones que subvencionan a ambos, deben replantearse la continuidad de esa línea de investigación y dejar de destruir embriones.

Saturday, November 24, 2007

ABORTOS

Más de 20 niños han sido eliminados en el vientre materno en el Reino Unido, entre 1998 y 2002, pasadas las 20 semanas de embarazo por un simple defecto en el pie, fácilmente operable. Las técnicas de diagnóstico prenatal han extendido la práctica de la eugenesia: cualquier defecto físico o psíquico significa la pena de muerte para el bebé

El diagnóstico prenatal y el pre-implantatorio (DPI) de embriones creados "in vitro" (legalizado en España con la Ley de Reproducción Asistida) son los responsables de una tragedia silenciosa en Gran Bretaña. La ley que permite abortar sin límite de plazo cuando existe "riesgo considerable" de discapacidad se volvió primero contra los niños con Síndrome de Down (el 92% de los casos detectados termina en aborto) y, progresivamente, se ha ido extendiendo a cualquier patología, e incluso es legal matar al niño cuando existe una probabilidad de entre el 30 y el 60% de que desarrolle un cáncer en la edad adulta.

Se han detectado recientemente casos de aborto por causas totalmente nimias, como el labio leporino o pies zambos. Esta última malformación, que afecta a un niño de cada 1.000, fue alegada como causa de aborto pasados los cinco o incluso los seis meses de embarazo por más de 20 ex madres británicas entre 1998 y 2002, según datos de la Oficina Nacional de Estadística que publicó el domingo The Sunday Times. Los abortos dentro del tiempo legal no aparecen recogidos en ese estudio.

Algunos padres contactados por el periódico afirman que se les propuso esa opción como la lógica en estos casos, en un momento en el que “uno está en estado de schock” tras recibir la noticia del médico. Una cirujana critica el modo de proceder de varios de sus colegas, ya que, según dice, se transmite a los padres un mensaje de alarma absolutamente infundado que les induce a abortar.

David Wildgrove cuenta que a su mujer y a él les aconsejaron deshacerse del niño, pero se negaron. Alexander cumplirá pronto los 6 años y, tras una operación, juega al fútbol con los demás chicos. No es una cirugía cara, pero cada año nacen entre 600 y 700 niños en el Reino Unido con pies zambos…

Friday, November 23, 2007

MUERTE DIGNA

Jacinto Bát¡z,
presidente de la Comisión Deontológica
del Colegio de Médicos de Vizcaya.

Diario Médico


Los profesionales de la medicina procuramos el alivio del sufrimiento de los enfermos en fase terminal limitando el esfuerzo terapéutico para evitar tratamientos que no van a aportarles ningún beneficio e impedir así el encarnizamiento terapéutico o sedándolos, cuando no conseguimos aliviar el padecimiento tanto físico como psíquico al final de sus vidas. A algunos de nosotros nos incomoda leer titulares como: la muerte del pentapléjico reabre el debate de la eutanasia ¿Por qué? En primer lugar, porque ni lo de Ramón Sampedro ni lo de Jorge León se trata de eutanasia, sino de suicidio asistido. Si se quiere hablar de eutanasia, hagámoslo, pero no basados en estos ejemplos.

Hay quienes aprovechan para reabrir el debate sobre la eutanasia. Permítanme que yo prefiera hacerlo para dar esperanza a los enfermos y a sus familias que, padeciendo una enfermedad en fase terminal, no desean sufrir mientras llega la muerte. Pretendo en este artículo dar el siguiente mensaje: para aliviar el sufrimiento del enfermo no es necesario eliminarle. Creo que es un buen momento para hablar de la sedación en los enfermos en fase terminal. Y lo es porque han pasado ya varios meses desde el caso Leqanés, y porque cuando se plantea el debate de la eutanasia, como ahora, se está transmitiendo a los ciudadanos que la única manera de aliviar el sufrimiento es provocando la muerte.

La sedación en la agonía se ha de considerar hoy como el tratamiento adecuado para aquellos enfermos que, en los pocos días u horas que preceden a su muerte, son presa de sufrimientos intolerables que no han respondido a las intervenciones paliativas con las que se ha intentado aliviarlos. Quienes padecen una enfermedad terminal presentan a veces en sus momentos finales algún síntoma que les provoca un daño insoportable que puede ser difícil o, en ocasiones, imposible de controlar. Esto obliga al médico a disminuir la conciencia del enfermo para garantizar una muerte serena.






Ya sé que hay ideas confusas acerca de la sedación en la agonía. La necesidad de disminuir la conciencia de un enfermo en las horas anteriores a su muerte ha sido y es objeto de controversia en sus aspectos clínicos, éticos, legales y religiosos. Además, quienes no conocen las indicaciones y la técnica de la sedación o carecen de experiencia en medicina paliativa pueden confundirla con una forma lenta de eutanasia. Respetar la vida y la dignidad de los enfermos implica, cuando ya su curación no es posible, los deberes cualificados de atender a sus instrucciones previstas, verbales o escritas, de no causarles nunca daño y de mitigar su dolor y sus otros síntomas con la prudencia y energía necesarias. En la situación de enfermedad terminal, la auténtica profesionalidad médica impone también la obligación de acompañar y consolar, que no son tareas delegables o de menor importancia, sino actos médicos de mucha categoría, elementos necesarios de la calidad profesional. No tiene cabida hoy la incompetencia terapéutica ante el sufrimiento terminal, ya tome la forma de tratamientos inadecuados, por insuficientes o excesivos, ya la del abandono.

Tiempo atrás, cuando no existía una cultura sanitaria de cuidado y acompañamiento al moribundo, la sedación en la agonía podría haber sido ignorada u objeto de abuso. Hoy, la correcta asistencia a estos enfermos implica que se recurra a ella sólo cuando es rigurosamente necesaria. La sedación representa, pues, el recurso último que se aplica ante la inoperancia demostrada por los otros medios terapéuticos frente a los síntomas biológicos, emocionales o existenciales del enfermo. La sedación, en sí misma, no es buena ni mala; lo que puede hacerla éticamente aceptable o reprobable es el fin que busca y las circunstancias en que se aplica.


La sedación implica, para el enfermo, una decisión de profunda significación antropológica: la de renunciar a experimentar conscientemente la propia muerte. Tiene también para la familia del paciente importantes efectos intelectuales y afectivos. Tal decisión no puede tomarse a la ligera por el equipo médico sino que hade ser el resultado de una deliberación sopesada y compartida acerca de la ineludible necesidad de disminuir el nivel de conciencia del paciente como estrategia terapéutica.

El enfermo adecuadamente sedado no sufre. En contraste con lo que puede suceder a allegados o cuidadores, no tiene prisa alguna para que su vida termine pronto. Es, por ello, necesario evitar, en la intención, en la palabra y en la acción, el más remoto indicio de que la sedación en la agonía se instaura para aliviar la pena de los familiares o la carga laboral de las personas que le atienden.

Creo que es lícito tratar con energía el sufrimiento de un enfermo en fase terminal, incluso cuando ese tratamiento pudiera provocar el entorpecimiento o menor lucidez, o condujera a una hipotética anticipación no querida ni buscada de la muerte, sino simplemente tolerada como efecto indeseado del tratamiento.

No he pretendido confrontar posiciones sobre la eutanasia ni convencer a quien la defiende, sino manifestar que los sanitarios estamos en disposición de evitar el sufrimiento no deseado. Tal vez las voces que se alzan para solicitar la despenalización de la eutanasia debieran hacerlo con la rnisma intensidad para solicitar la formación académica y reglada de una medicina paliativa que pueda universalizar su cobertura y así podamos decir que morir bien no es un privilegio de algunos, sino un derecho que tenemos todos los ciudadanos.

Tuesday, November 13, 2007

EMBRION DERECHOS

E1 Tribunal Supremo japonés dictaminó el pasado 28 de marzo que las

pólizas voluntarias de seguros familiares de vehículos cubran también a los

fetos en caso de accidente de tráfico. Confirmó así la sentencia de un

tribunal inferior que obligaba a la compañía de seguros a indemnizar al niño

no nacido por los daños causados que se le pudieran haber causado en un

accidente de tráfico ocurrido con anterioridad. El fallo del Tribunal

concluyó que el feto es un miembro de la familia y sujeto, por lo tanto, de

derecho a indemnización

Friday, November 09, 2007

VIDA HUMANA EMBRIONARIA

Por CÉSAR NOMBELA. Catedrático de la Universidad Complutense

... Hay mucho de mito, de apuesta por lo casi milagroso, en la propuesta de que la obtención de materiales embrionarios humanos es la única vía para nuevos tratamientos...

LA vida humana, la naturaleza del hombre como ser biológico, no puede escapar a nuestra valoración como especie que reflexiona sobre su propia existencia. Los hallazgos consolidados de la Ciencia aportan referencias detalladas sobre esa realidad. Pero nuestra autocomprensión tiene que impregnarse además de un trasfondo ético, como base de la moralización de la naturaleza humana. Tenemos la capacidad de reproducirnos y conocemos cómo nuestra dotación genética, procedente de nuestros progenitores, padre y madre, fundamenta biológicamente al nuevo ser, haciendo de cada uno de nosotros un individuo único e irrepetible.

Hace 28 años se desarrolló la reproducción humana asistida por fecundación in vitro, para procurar descendencia a personas que no podían procrear mediante la relación natural. Lo que siempre había sucedido en el seno materno -el comienzo de la vida de cualquier ser humano- podía tener lugar en el laboratorio, ser dominado y controlado. Los espacios de dominio humano sobre su propia naturaleza se ampliaban con ello a otras posibilidades; desde la creación deliberada de embriones con propósito distinto a la reproducción y el control biotécnico de la dotación genética del ser humano, hasta la misma selección de quién «tenga derecho» a existir, en función de sus características biológicas más fundamentales.

El comienzo de la vida personal siempre fue objeto de reflexión, pero apremiaba establecer los principios que inspiren el manejo de estas tecnologías. Un embrión humano, aunque sea generado in vitro, significa el inicio de la vida de un nuevo individuo de nuestra especie. Es la fecundación lo que marca un antes y un después en el desarrollo generador de cualquier ser humano. El proceso culminará con su nacimiento, de no existir defectos naturales que lo impidan o una interrupción deliberada que lo bloquee. De la consideración que merezca este embrión, de la dignidad que se le atribuya, dependen tanto las normativas legales como las referencias deontológicas de la práctica médica y la investigación en este campo. Algunos planteamientos tienden a rebajar la consideración del embrión humano en estas etapas iniciales; uno ha sido denominar «preembrión» al embrión preimplantatorio de los primeros catorce días. La designación carece de cualquier base científica, no obstante lo cual, se ha introducido profusamente en nuestra legislación. El otro señala que sólo después de un periodo de varias semanas de gestación uterina, con el comienzo de la organogénesis, el embrión podría merecer protección, por haber alcanzado suficiencia constitucional. Es una propuesta más sustanciada que el mero cambio terminológico, pero incapaz de contradecir el hecho de que todo el desarrollo embrionario es un proceso encadenado, sin que ningún otro hecho marque una solución de continuidad desde la fecundación.

El «Convenio relativo a los Derechos Humanos y la Biomedicina», aprobado por el Consejo de Europa en 1996, incluye un planteamiento serio, para el acuerdo internacional, sobre la protección que merece la vida humana embrionaria. Algunos españoles -no adscritos a tendencias que quepa calificar de conservadoras- destacaron en su promoción, lo que condujo a su ratificación por parte de numerosos países en la ciudad de Oviedo. El Convenio de Oviedo prohíbe expresamente crear embriones humanos con fines de experimentación, al tiempo que exige garantizar la protección suficiente al embrión sobre el que se experimenta, siempre para su propio beneficio. El convenio supuso una iniciativa de protección integral de los derechos de todos, desde las primeras etapas de la vida. Es algo que convendría recordar a quienes se empeñan en señalar que, una concepción rigurosa del valor de la vida humana embrionaria, pertenece solamente al ámbito de ciertas creencias religiosas.

En ocasiones, por el supuesto interés de nuevas investigaciones u otros motivos, se postula un apartamiento de los valores proclamados en el Convenio de Oviedo, con el consiguiente peligro que conlleva relativizar valores éticos por razones utilitaristas. Me referiré a tres aspectos de notable actualidad en iniciativas legislativas en marcha en España (leyes de reproducción asistida y de investigación biomédica).

Años de experiencia en fecundación in vitro, aconsejan limitar la transferencia de embriones para la gestación, incluso a uno en muchos casos. Sin embargo, la nueva ley en trámite vuelve a abrir la posibilidad de su creación ilimitada, dejando sin aplicación la razonable limitación que estableció la legislación de 2003. Era una limitación flexible, en función de razones médicas, cuya administración puede depender de la deontología profesional. Volveremos a una acumulación de embriones congelados en la clínicas, con lo que difícilmente se cumple el Convenio de Oviedo. Además, se justifica la creación deliberada de embriones humanos sobrantes, para la obtención de células madre de origen embrionario. Sin embargo, la normativa todavía vigente permite ya esta posibilidad, aceptando que los embriones generados para la procreación anteriormente, que existen en número elevado en estado de congelación, pero que no tienen otra alternativa que su destrucción, se puedan emplear para obtener estas células.

La nueva norma abre también la posibilidad de examinar embriones de muy pocas células, para gestar sólo aquel que pueda dar lugar a una persona con tejidos histocompatibles, que le hagan donante adecuado para tratar a otra. Ni siquiera se limita esta selección al beneficio de hermanos o parientes próximos, sino que se abre la posibilidad de autorizarlo para «terceros», a juicio de la Comisión de Reproducción Asistida. Se trata de un diagnóstico no exento de riesgos para el propio embrión, a juicio de algunos expertos. Además, el condicionar el nacimiento de alguien a su aptitud como donante de células, para lo que no tiene ciertamente capacidad de otorgar su consentimiento, suscita notables reservas sobre el respeto de su dignidad. Soy muy sensible al dramatismo de algunos casos, que empujan a la búsqueda de un hermano donante para tratar una enfermedad grave. Conviene recordar, sin embargo, que las posibilidades de que funcione son muy remotas, definitivamente hay que seguir apostando por la búsqueda de donantes entre el amplio repertorio de posibilidades que ofrecen los ya nacidos o sus células (cordón umbilical, por ejemplo).

Finalmente, la transferencia del nucleo de una célula adulta al citoplasma de un ovocito desnucleado, de tener éxito, conduce a un embrión clónico, no cabe buscar atajos terminológicos y llamarlo de otra forma. Descartada la gestación de ese embrión, lo único que cabe pensar es en utilizarlo para derivar células madre embrionarias, hoy por hoy, no utilizables en tratamientos, que ya se llevan a cabo experimentalmente con células madre adultas. Un escenario social, en el que la mujer fértil se vea sometida a demandas de sus gametos para tratamiento, en detrimento de su función reproductiva, resulta poco halagüeño.

Hay mucho de mito, de apuesta por lo casimilagroso, en la propuesta de que la obtención de materiales embrionarios humanos es la única vía para nuevos tratamientos. Desde el punto de vista científico, la cuestión está abierta al debate y la crítica, pero es de preocupar que dirigentes políticos o la opinión pública asuman la propuesta de forma acrítica. Creo importante defender un consenso social, que proteja la vida humana desde sus inicios, como la base para asentar cada vez más la protección de derechos de todos y el respeto a su dignidad.

Monday, October 22, 2007

ESTA JUSTIFICADA LA CLONACION HUMANA?

El número de "Journal of Medical Ethics" (mayo 2006) ha publicado una detallada crítica de los actuales experimentos de clonación humana. En un artículo titulado "¿Por qué tanta prisa por clonar seres humanos?", el Dr. Neville Cobbe (Wellcome Trust Centre for Cell Biology, de la Universidad de Edimburgo) advierte que se está omitiendo, sin justificación, los estudios previos en modelos animales.

Cobbe señala que la postura de que no hacen falta más ensayos con animales se basa solo en dos trabajos que no son concluyentes, ambos realizados en ratones. En el primero de ellos se logró curar un trastorno del sistema inmunitario, pero no con las células madre clónicas que eran el objeto del experimento, sino con células madre de organismos desarrollados. En el otro se trataba de evaluar las posibilidades de tratar el parkinson con células madre embrionarias obtenidas por clonación. Las células en efecto se implantaron en el cerebro; pero igual resultado se consiguió con células no clónicas. Además, en este estudio se empleó un número de ratones demasiado pequeño y se los observó durante un tiempo demasiado corto para descartar que las células implantadas no puedan causar teratomas o tumores.

A la vez, observa Cobbe, se defiende cada vez más el uso de embriones clónicos para examinar cómo los tejidos de un paciente resultan afectados por una enfermedad o cómo responden a un medicamento. Este procedimiento permitiría obtener células genéticamente idénticas al paciente sin necesidad de extraerlas de él mediante biopsia, que puede ser arriesgada. "Sin embargo –advierte Cobbe–, semejante método parece estar gravemente viciado, porque entre los ejemplares de un clon se dan diferencias relevantes en la expresión de los genes". En experimentos con animales se han detectado mayores diferencias entre fetos clónicos derivados de un mismo original por transferencia nuclear que entre medio hermanos obtenidos por fecundación "in vitro" o inseminación artificial.

Además, Rudolph Jaenisch y sus colaboradores han demostrado que la clonación introduce defectos nuevos en la expresión de los genes, tanto en los tejidos embrionarios como en los demás. Tales aberraciones, ha señalado Ian Wilmut, el creador de la oveja "Dolly", fácilmente invalidarían los estudios que recurrieran a la clonación para determinar las diferencias en el metabolismo de medicamentos entre distintos sujetos. Concluye Cobbe: "A falta de estudios con animales que demuestren la viabilidad de tales investigaciones en embriones humanos, me pregunto cuáles pueden ser los verdaderos motivos para llevarlas a cabo".

En fin, "está claro que la clonación por transferencia nuclear aún dista mucho de ser eficiente, y los pocos datos actualmente disponibles sobre la clonación terapéutica con blastocistos parecen sugerir que tiene aun menos éxito que la clonación reproductiva". Por eso "resulta sorprendente que algunos defensores de la clonación hayan pasado por alto estas dificultades en sus escritos dirigidos al público", con promesas exageradas sobre las posibilidades de la clonación terapéutica.

Esto suscita serias dudas sobre la moralidad de los ensayos de clonación con embriones humanos. Una se refiere al "desprecio sistemático de la vida humana naciente". Otra deriva de la necesidad de óvulos en elevado número para realizar tales experimentos. En relación con esto, la cuestión es "qué significado podría tener el ‘consentimiento informado’ de las mujeres que suministraran óvulos para investigación creyendo que tales estudios pueden llevar a salvar vidas, cuando faltan por completo los necesarios indicios de ello en modelos animales y los riesgos para la salud de la donante pueden llegar a ser graves". Además, hay peligro de que se explote a mujeres pobres.

Cobbe admite que algunos de los frutos que se esperan de la clonación terapéutica pueden hacerse factibles "algún día en un futuro lejano". Pero haría falta mucha más investigación básica, y "por ahora no veo por qué esto habría de exigir forzosamente clonar embriones humanos en vez de embriones de modelos animales". "Si ahora permitimos semejante experimentación con seres humanos sin previa y completa comprobación mediante ensayos en otras especies, ¿realmente sabemos adónde vamos?"

En fin, los experimentos de clonación humana no tienen, hoy por hoy, justificación terapéutica. Más bien, concluye Cobbe, "parece que un cúmulo de intereses puede haber contribuido de modo relevante a fomentar ideas deformadas tanto de los conocimientos científicos en torno a la clonación como de las consecuencias clínicas previsibles".

Wednesday, October 17, 2007

FORTALEZA

Paul Valéry ya afirmó en su discurso a la Academia Francesa que virtud es una palabra que ha muerto o que está a punto de extinguirse, pero también añadió que ya sólo se encontraba en el vocabulario cristiano.

Su premonición es exacta, la idea de virtud no solo ha desaparecido sino que es menospreciada por nuestra sociedad que, eso si, se empeña en hablar de valores, aunque no sabe muy bien de cuales. Pero sin la virtud, que es una condición personal, el valor que constituye un elemento objetivo no tiene ninguna posibilidad de realizarse. Esta es seguramente una explicación de la crisis y contradicciones de nuestro tiempo.

Las virtudes, definidas por Santo Tomas de Aquino, que se relacionaban con la vida en el mundo, llamadas cardinales, para distinguirlas de las relacionadas con Dios, las teologales, son, como casi todo el mundo recuerda, la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza. Este orden no es gratuito sino que establece una jerarquía entre ellas.

La fortaleza aparece en tercer lugar y su importancia surge del hecho de que su existencia es decisiva para la aplicación de la justicia. La fortaleza, escribe Pieper, surge del hecho de que el bien general, la justicia, no se imponen por si solas en el mundo, porque el mal está presente y actúa en este mundo. De ahí nace la fortaleza.

En nuestro tiempo parece como si los cristianos, al menos una parte de ellos, hubieran renunciado a esta virtud, que no puede confundirse con el ejercicio del poder por si mismo, ni con la agresividad, sino con la capacidad para aplicar la justicia y exponer la verdad en el marco de la prudencia, que no es –digámoslo de paso- lo que normalmente se entiende, una actitud timorata, lenta, sino que la prudencia significa el conocimiento de la verdad, no tanto en términos de un criterio cientifista como de conocimiento de contacto con la realidad objetiva.

El prudente contempla la realidad objetiva de las cosas y establece la relación entre “el querer y el hacer” a partir de dicha realidad. Es esta la que ayuda a determinar lo que debe y no debe hacer. Ser prudente no es ser timorato, sino conocer bien en donde nos mete una determinada decisión y sus consecuencias.

Existe toda una corriente del pensamiento cristiano que a través de la insistencia en presentar la debilidad pacífica de Jesucristo, que es cierta pero que resulta incompleta si se prescinde de su triunfo insólito sobre la muerte, ha dado lugar a un tipo de actitud en la que el cristiano ya no tiene como objeto tener fortaleza para exponer la verdad y trabajar por la justicia, sino simplemente hacerse un pequeño hueco, ser tolerado por el mundo.

Hay otra desviación que se encuentra en las antípodas, que confunden el ser fuerte con la agresividad. El utilizar las mismas armas que el adversario. Pero es obvio que si el único y verdadero adversario de los cristianos es el mal, terminaríamos peor acudiendo a sus métodos y estrategias.

Todavía existe un tercer grupo, numeroso, que es el de los burgueses satisfechos que se indignan con lo que sucede pero que son incapaces de aportar nada para evitar que acaezca. No dedican su tiempo ni una parte de sus recursos económicos para establecer la verdad y la justicia.

Los cristianos necesitamos recuperar la fortaleza si queremos cumplir con lo mandado y actuar de acuerdo con nuestra conciencia.

Monday, October 15, 2007

TODO POR DINERO

Todo está en venta en Internet. Por un puñado de dólares se puede encontrar una madre de alquiler en la India o en Lima, un donante de riñón en el sudeste asiático o tratamientos de rejuvenecimiento fabricados a partir de bebés abortados en Ucrania. Pero es China quien lleva la delantera. La materia prima es gratis: son los cadáveres de los prisioneros ejecutados.

Entramos en un foro de "chat" de Hispavista: "Hola, somos una pareja de Argentina que no puede tener chicos. Necesitamos que la madre sustituta también aporte el óvulo... Sería preferible que fuese de ascendencia europea". Responden jóvenes de varios países de Latinoaméria. La limeña Pilar, de 29 años, necesita dinero para estudiar un máster. Una chica de México está también interesada. Tiene experiencia en el negocio y, además, pedigrí: su bisabuela era francesa y su hermano menor tiene los ojos de color verdes.

La India cree haber encontrado un filón en el negocio de las madres de alquiler. El Consejo Indio para la Investigación Médica pronostica que el país no tardará en ingresar cada año 5.000 millones de euros. Una madre de alquiler, según el diario "Los Angeles Times", cobra entre 2.300 y 4.700 euros, cifras que contrastan con un ingreso medio anual de unos 420 euros. Es "un negocio para las dos partes", dice la antigua secretaria de Sanidad del Estado indio de Gujarat. "Es una empresa completamente capitalista. No hay nada contrario a la ética".

Lo habitual es que haya una empresa intermediaria entre la donante y el cliente extranjero, normalmente occidental. Los costes totales pueden llegar a ser muy elevados –viaje, estancia, comisiones, clínica...–, pero el visitante paga también por un entorno legal permisivo y por la seguridad de que la madre del niño no lo va a reclamar después.

El negocio se extiende a todos los ámbitos imaginables. La venta de un riñón puede ser la solución a los problemas económicos de una familia pobre en el sudeste asiático. El motivo es tan simple como la ley de la oferta y la demanda: unas 85.000 personas están a la espera de un transplante en los Estados Unidos, según estadísticas gubernamentales. Y en Europa, dice la OMS, 61.987 personas estaban en las listas de espera a principios de 2005, pero sólo un 40% consiguió el órgano durante el transcurso del año. Entre un 10% y un 20% de los europeos que necesitan un transplante muere sin poder llegar a operarse.

China: donantes ejecutados

China olió hace tiempo las posibilidades del negocio. En este caso, se trata generalmente de la venta de órganos de prisioneros ejecutados. Un informe de la Secretaría de Estado norteamericana se refería ya en 1991 a "numerosas informaciones no confirmadas" sobre "ejecuciones planificadas a fin de responder a las demandas específicas de órganos".

La prensa del Reino Unido ha dedicado mucho espacio a este tema en los últimos meses. Según alertó hace unos días la Asociación de Trasplantes Británica, "hay cada vez más indicios de que se extraen órganos de prisioneros para transplantarlos sin consentimiento del prisionero ni de su familia". En lo que, en todo caso, sí coinciden numerosas investigaciones periodísticas es en que algunos hospitales saben con antelación de qué órganos van a disponer.

Un enviado especial del diario francés "Le Monde" (25-04-2006) ha visitado el Centro Internacional de Asistencia a los Trasplantes de Shenyang, en el noreste del país. En la "web" del centro se exhiben sin recato los precios: 62.000 dólares por un trasplante de riñón; el hígado, a 100.000, y por una córnea se piden 30.000. "La temporada buena son los meses de diciembre y en enero, cuando hay más donantes", anuncia la clínica. "Le Monde" aclara que es en esos meses cuando se produce un mayor número de ejecuciones, con el fin de no hacerlas coincidir con el Año Nuevo chino.

Los cadáveres son también útiles para la industria cosmética. Con la piel de los ejecutados y con los restos de embriones abortados se produce colágeno, que se inyecta en los labios para darles un aspecto más sensual. El Gobierno británico investiga a una empresa china que parece haber introducido estos productos en Europa, aunque no está claro si utilizó los cadáveres sólo en la fase de investigación o también en el producto final. "The Guardian" habló con un responsable de la compañía que reconoció que, en su país, ésta es una práctica "considerada muy normal", por lo que dijo haberse quedado "muy sorprendido de que en los países occidentales se organice tanto escándalo por este asunto". A fin de cuentas, "China puede manufacturar colágeno humano por menos del 5% de lo que cuesta en Occidente".

La venta de óvulos para los tratamientos de las clínicas de reproducción asistida en los países ricos alimenta también un tráfico internacional. El diario británico "The Observer" (30-04-2006) ha realizado un reportaje de investigación en Ucrania y Chipre y ha descubierto que mujeres pobres de los países del este europeo venden sus óvulos para tratamientos de fecundación "in vitro" de mujeres que quieren ser madres en Gran Bretaña.

A pesar de los controles médicos y administrativos en Gran Bretaña, es casi imposible supervisar lo que ocurre en otros países. En Ucrania, se paga a las mujeres una media de 300 dólares por "donación" de óvulos, para lo cual se someten a veces a fuertes estimulaciones ováricas, que pueden ser peligrosas. En Chipre, las clínicas de FIVET, que mantienen lazos con otras de EE.UU. y Reino Unido, cuentan con mujeres de países del este europeo para obtener óvulos. Una enfermera declaró a "The Observer" que algunas mujeres donan hasta cinco veces al año para obtener dinero.

Thursday, September 27, 2007

EMBRIONES Y TRATAMIENTO DE BELLEZA

Se utilizan embriones en Ucrania para tratamientos de belleza.

Ampliando la información anterior, también en Ucrania se han

descubierto actividades para-médicas en las que se utilizaban restos de

embriones humanos. Esto se descubrió cuando Vadym Lazaryev y

Vladymyr Ischenko pasaron, de colaborar activamente con la policía

ucraniana, a convertirse en prófugos, al descubrirse la participación del

Gobierno ucraniano y de prominentes médicos en esta oscura trama. Por

ello, tuvieron que huir apresuradamente a Irlanda, dejando atrás a sus

familias, aunque este país les niega desde 2004 el asilo político. El pasado

30 de marzo comparecieron ante un tribunal de apelaciones, pero podría

pasar un año hasta que se conozca el veredicto. Varias organizaciones

irlandesas se han movilizado para ofrecer su apoyo a estas personas y han

abierto una página web para divulgar su causa y captar adhesiones:

www.savethedoctors.org.

Una parte de sus denuncias ha sido corroborada por la Asamblea

Parlamentaria del Consejo de Europa. Su enviada, Ruth-Gaby Vermot-

Mangoíd, visitó Ucrania, entre agosto y septiembre del pasado año y obtuvo

pruebas acerca de cuatro casos de aborto de niños en la última etapa de

gestación, cuyos cuerpos fueron "extraviados", así como desapariciones de

niños prematuros. Su informe final exigía a Ucrania la reapertura inmediata

de la investigación judicial, detenida en el momento en el que comenzaron a

aparecer involucrados en esta trama ciudadanos muy significativos

socialmente.

El tráfico de embriones para productos de belleza es de sobra

conocido en Ucrania, donde un reportaje televisivo reveló todo tipo de

escabrosos detalles. En abril del pasado año, el diario británico The

Observer reveló que, en varios países de la antigua URSS, se ofrece a las

mujeres 150 euros por abortar, a lo cual se añade un extra si la embarazada

espera hasta los últimos meses de la gestación, cuando la práctica es ya

ilegal. Los fetos son vendidos para investigaciones científicas o, más

frecuentemente, para tratamientos de belleza, que se realizan generalmente

7

en Rusia. Los traficantes obtienen por cada feto unos 7.500 euros. Y en las

clínicas de belleza de Moscú se paga hasta 15.000 euros por inyecciones

con esos restos humanos a los que, sin ningún fundamento, se atribuyen

propiedades curativas frente a enfermedades como el Parkinson o el

Alzheimer y, sobre todo, para el rejuvenecimiento de la piel. Según The

Observer, una de las clínicas de moda en la capital rusa, que ofrece estas

inyecciones, promete a sus clientes quitar 10 años de sus caras.

Otras veces la mujer queda totalmente al margen del negocio.

"Cuando un doctor quiere un feto, le dice a la chica que debe abortar por

razones médicas, aunque hayan transcurrido ya las 12 semanas del plazo

legal", contaba al periódico un policía ucraniano.

La medicina regenerativa es otro suculento negocio. La divulgación

de posibles curaciones que ofrecen las células madre embrionarias, hasta

ahora no demostradas, lleva a muchos millonarios rusos a acudir a clínicas

en las que se ofrecen este tipo de tratamientos a precios desorbitados.

"Hablamos de un comercio enorme y muy peligroso", decía a The Observer

el director del Instituto de Cardiología Experimental de Moscú. El

ministerio de Sanidad ruso ha reconocido que muchas de las clínicas que

ofrecen tratamientos con células madre operan de forma ilegal, pero el

Estado de Derecho hace aguas por demasiados lados como para preocuparse

de esta moda vampiresca entre los millonarios

Monday, September 10, 2007

“las tres tentaciones del investigador son el sensacionalismo, la vanidad mediática y las presiones económicas”

“La eutanasia no completa la medicina, sino que la destruye”, dice el neurólogo Jordi Cervós

El experto señala que “las tres tentaciones del investigador son el sensacionalismo, la vanidad mediática y las presiones económicas”

“La ética debe regir la investigación y el comportamiento que corresponde a los valores inherentes a la persona humana... los científicos no pueden exigir una ética hecha a su medida y dependiente de las circunstancias”, afirmó este domingo, 14 de mayo, el neurólogo catalán Jordi Cervós en la clausura del XXII Congreso Mundial de la FIAMC.

Ante una sala repleta, el doctor Cervós dedicó su intervención a La ética en la investigación científica. Aborto, investigación con células madre y eutanasia fueron los ejes de su exposición y una buena muestra de cómo la investigación puede caer hasta lo más bajo si se deja seducir por las tres grandes tentaciones del científico: El sensacionalismo, la vanidad mediática y las presiones económicas.

La falta de honradez científica se ve reflejada en algunas ocasiones con inusual desvergüenza. Es el caso de los conflictos que se presentan en la muerte y en la forma de morir y que tiene su expresión máxima en la eutanasia: Algunas encuestas, con un lenguaje manipulado, plantean si se prefiere morir con o sin dolor, para en una segunda fase lamentar la existencia de “vidas inútiles por vejez avanzada o enfermedad incapacitante”, constató el neurólogo.

La ‘muerte dulce’, una falacia

Citando palabras de un experto en bioética, el doctor Gonzalo Herránz, “la eutanasia hace daño a los que en ella intervienen, a los que la observan, a los que les llega la noticia”, dijo Cervós, quién también destapó la falacia de lo que se suele llamar ‘muerte dulce’: “El médico que aplica la muerte a uno de sus pacientes y considera que ha hecho bien ya no puede dejar de hacerla: entra en una bolsa de arena movediza, que lo va tragando lenta pero inexorablemente. Lo que comienza siendo una eutanasia en casos excepcionales se convierte para ciertos pacientes en un derecho exigible a la muerte dulce; para los allegados, es una invitación tentadora a verse libres de preocupaciones y molestias; para ciertos médicos es un recurso sencillo, que ahorra tiempo y esfuerzos”, sentenció.

Una última y trágica fase se alcanza con la eutanasia involuntaria. El médico llega a concluir que es irracional el deseo de ciertos pacientes de seguir viviendo, pues tienen por delante de sí una perspectiva de vida detestable y abusiva. El deseo de seguir viviendo de esos pacientes es un deseo injusto, que provoca un consumo irracional de recursos económicos y humanos. “Se acaba expropiando al paciente de su libertad de escoger seguir viviendo”, denunció Cervós.

“La experiencia holandesa muestra de modo evidente que, en materia de eutanasia, es imposible poner límites legales a los potenciales abusos, nacidos de la compasión de los médicos, de la fatiga de la familia, del desgaste de los mecanismos de control. La enseñanza que nos viene de dicha experiencia es que la eutanasia no completa la medicina sino que la sustituye e incluso destruye. La falta de ética del investigador y del médico es reflejo de la falta de ética general, ética que parte del reconocimiento de la dignidad de la persona, tanto del médico como del paciente”.

‘Preembrión y aborto: Sin justificación científica

De los problemas derivados de la muerte y la forma de morir, a los que se fomentan con el embarazo. Cervós ejemplificó los riesgos que se dan en este campo centrándose en los avances en la reproducción humana. “Cuando se pierde o no se acepta la existencia de un hecho diferencial que determina la persona humana, -dijo- es evidente que se pierden los principios fundamentales de la ética. Esto se manifiesta también en una falta de honradez en las conclusiones científicas. Cuando se quiere justificar el aborto se niega que el embrión humano tenga alguna relación con la persona humana. Para ello, se inventan incluso palabras como preembrión que no tienen ninguna justificación científica pero permiten establecer cómodamente un espacio de tiempo en el que se pueden tomar medidas abortivas”.

Esta ambigüedad en la determinación de lo que es la vida humana y cuándo y cómo se puede acabar con ella, que es reproducida sin autocrítica por la mayoría de medios de comunicación, representa un peligro no sólo para la comunidad científica sino también para la opinión pública, que acaba por aceptarlas ingenuamente.

Células madre embrionarias, pura mercancía

Otro ejemplo lo encontramos en la investigación con células madre embrionarias. Cervós basó su argumentación, en este apartado, en lo que sería un paso más a la negación de dignidad humana del embrión e incluso del feto humano hasta el momento de nacer. “No puede sorprender que se esté hablando de células madres embrionarias humanas como si se tratara de una mercancía”, afirmó. El experto neurólogo denunció una amplia “falta de honradez científica”: Por una parte, “se silencia que se pueden obtener células madre sin necesidad de recurrir a embriones humanos”; mientras que, por otra parte, “se presenta la utilización de embriones humanos como un gran remedio para gran número de enfermedades, por ejemplo el Alzheimer”. “No sólo se trata de que no se ha curado ni a un solo enfermo de Alzheimer con células madre, sino que nadie puede explicar cómo habría de ser una terapéutica de dicha enfermedad con células madre”, dijo, contundentemente, basándose en sus conocimientos en el campo de la neurología.

Vanidad injustificada

La tentación de dar como novedades grandes descubrimientos que, después, en ocasiones, resultan ser un fiasco, no afecta sólo a los medios de comunicación, sino que “algunos científicos -explicó el Dr. Cervós- no pueden resistir la tentación de salir en los periódicos como autores de descubrimientos que ni tan siquiera existen. Un ejemplo patente lo hemos tenido recientemente con el descubrimiento del fraude del científico del coreano Hwang Woo-suk, que había anunciado la clonación de un ser humano”.

Al sensacionalismo fácil y la vanidad mediática de algún científico se añade otra circunstancia, explicó el Dr. Cervós: “Estamos ante una inflación en la producción científica. Hay una inflación de resultados y de científicos que trabajan sobre un mismo campo. Y es esta inflación la que puede llevar fácilmente al investigador a modificar, por no utilizar la palabra falsear, sus resultados para poder publicar lo más pronto posible”. En demasiadas ocasiones, este hecho se produce “por la necesidad imperiosa de presentar resultados para seguir recibiendo dinero para la investigación”, concluyó el experto.