El Parlamento Europeo está contra el aborto por sexo. Es una forma -parcial- de estar contra él, pero la pregunta es: ¿Por
qué es malo solo cuando se practica sobre un único sexo? La pregunta es
necesaria y debe ser respondida, porque si es malo cuando se practica
con las niñas también debería serlo cuando se hace con los niños.
Una posible respuesta es que al hacerse según el sexo implica una
discriminación. En este caso, hay que deducir dos cuestiones que crean
todavía más interrogantes.
Primera,
se reconoce así que el aborto es malo porque impide nacer a las niñas.
Pero, ¿si es malo en este sentido deja de serlo cuando no se hace en
razón del sexo?
La
otra cuestión es que si se confiere al feto niña una dignidad de ser
humano, único criterio posible si se admite la discriminación, resulta
que es el feto, con independencia de cuál sea su sexo, el que posee esta
dignidad y el que debe ser protegido.
Pero,
hay más preguntas: ¿cómo se consigue diferenciar con una ley a plazos
como las que defienden los abortistas que una mujer aborta por razón del
sexo del no nacido o por otras razones? No tiene que alegar ninguna
causa, simplemente expresar solo un deseo, con eso basta.
El
Parlamento Europeo, todos aquellos que defienden el aborto pero se
oponen a que sea discriminatorio según el sexo del no nacido,
manifiestan una vez más la brutal contradicción que existe en torno a
esta práctica bárbara.
Es tan exagerada que no hay por dónde cogerla. Mejor dicho, sí, se coja
por donde se coja siempre conduce al mismo punto: el aborto es un mal
extraordinario. Por eso está en contra el Parlamento Europeo.
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