Tuesday, March 01, 2011

UN MUNDO FELIZ?

CUANDO LOS CIENTÍFICOS PIERDEN LA CABEZA.


Robert Knight

Todos los días los científicos nos sacuden con nuevos hallazgos y posibilidades. En China, los de bata blanca están muy ocupados creando quimeras, proles de seres humanos cruzados con animales (en un medio de cultivo), para desarrollar vacunas. Con la clonación y la ingeniería genética encima de nosotros, la pregunta de si algo se debe hacer rápidamente está siendo eclipsada por lo que se puede hacer. Pero debemos seguir haciéndonos la primera pregunta como si nuestras vidas dependieran de ello.


En 1943, en “La abolición del hombre,” C.S. Lewis lanzó la alerta de que no todos los avances científicos son benignos ya que los seres humanos no son benignos: “La conquista de la naturaleza por parte del hombre, si se llevan a cabo los sueños de algunos planificadores científicos, significa el dominio por parte de algunos cientos de hombres sobre miles y miles de millones de hombres. No hay ni podrá haber ningún simple aumento de dominio por parte de parte del hombre. Cada nuevo dominio que el hombre logre es también un nuevo dominio sobre el hombre.”

El 14 de enero (2011), el Instituto Potomac para los Estudios Políticos, en Arlington, Estado de Virginia, EEUU, fue anfitrión del seminario “Uso y mal uso de la neurología y la psiquiatría: Lecciones que hemos aprendido del Holocausto”. Durante un diálogo bastante amplio, varios especialistas en medicina y ética ataron cabos entre los avances en la biología, la genética, la psiquiatría y la medicina, y la tentación de abusar de la ciencia – siempre con la declaración de buenas intenciones.


Edmund Pellegrino, Profesor Emérito de la Universidad de Georgetown, que dirigió el Consejo de Bioética del Presidente de EEUU, observó que el Juramento Hipocrático, que en el pasado dirigía la medicina, “ahora se encuentra desmantelado y sus principios han cambiado”.


Al abordar la pregunta de cómo fue posible que el Holocausto hubiera ocurrido en una nación tan avanzada como Alemania, Pellegrino señaló que la profesión médica misma aceptó con bastante facilidad los preceptos de la eugenesia. Otro panelista, John Hall, del Centro Médico de la Universidad de Mississippi, observó que la eugenesia surgió en Inglaterra, se desarrolló en EEUU y luego saltó el charco de regreso al Viejo Continente para implementarse devastadoramente en Alemania..


Los médicos y enfermeras alemanes se tragaron la idea de que los “intereses del público en general y del estado” tenían primacía “sobre los intereses” del paciente, señaló Pellegrino. Y añadió: “Ningún médico se sintió culpable de violar la ética médica”, porque la profesión había cambiado radicalmente para subordinarse al énfasis del estado sobre el individuo que era parte de la ideología del Socialismo Nacional (el nazismo).


Antes del estallido de la II Guerra Mundial, dijo el Dr. Hall, EEUU estaba solamente 10 años detrás de Alemania y ya llevaba bastante trecho recorrido en cuanto a la esterilización forzosa. Después de todo, el Magistrado Oliver Wendell Holmes fue quien, en el caso Buck v. Bell de 1927, expresó con frialdad la muy conocida observación: “Es mejor para todo el mundo que en vez de esperar para ejecutar a hijos degenerados por un crimen que hayan cometido, la sociedad puede impedir que los que sean manifiestamente ineptos se propaguen. El principio que sustenta la vacunación obligatoria es lo bastante amplio como para incluir el cortar las trompas de Falopio… Tres generaciones de imbéciles es suficiente.”


A raíz de esa sentencia, el Estado de Virginia siguió adelante con la esterilización de Carrie Buck, a quien se le consideró “mentalmente débil”. Virginia había llegado tarde, ya que ese estado había aprobado la ley de esterilización obligatoria en 1924, pero el Estado de Indiana había comenzado esta tendencia en 1907, seguido por otros 32 estados.

En Alemania, los nazis tomaron nota de la campaña de esterilización de EEUU y comenzaron su propio programa esterilizando a matrimonios que tenían “defectos” notables, para que no pudieran transmitir esas características a los hijos. Rápidamente esta situación evolucionó hasta llegar a la práctica de la eutanasia de los enfermos mentales y de las personas con incapacidades. Patricia Heberer, una historiadora del Museo para la Memoria del Holocausto de EEUU, observó en su crónica cómo “la campaña de eutanasia a gran escala precedió la Solución Final [la matanza de 6 millones de judíos] dos años antes.” Durante su presentación, señaló que llegó el momento en que el 45% de los médicos alemanes eran miembros del Partido Nazi.


“Comenzaron con los niños y los recién nacidos incapacitados y lo extendieron hasta los de 17 años de edad”, dijo la experta. Poco después, el programa T-4, que se llevó a cabo de 1939 a 1945, mató de 200,000 a 250,000 personas consideradas “ineptas”. Ello fue aparte de los millones de judíos asesinados en los campos de muerte. Cuando los soldados de EEUU llegaron a un sanatorio de Alemania dos semanas después del fin de la guerra en mayo de 1945, encontraron que había médicos y enfermeras que todavía estaban muy ocupados matando a “cualquiera que ya no era útil”, incluyendo soldados alemanes que estaban heridos.

Los avances científicos son una espada de dos filos, como observó C.S. Lewis. A medida que los científicos puedan hacer más cosas con la ingeniería genética, aumentará la tentación de manipular la vida humana. Ya nos encontramos bastante lejos en esa autopista

El lunes 24 de enero (2011), la Marcha por la Vida en EEUU lamentó el aniversario número 38 de la sentencia Roe v. Wade (del 22 de enero de 1973), del Tribunal Supremo, que abrió la puerta a 52 millones de abortos de niños no nacidos hasta la fecha.

Muchos sobrevivientes del Holocausto resienten la comparación del aborto legal con sus propios horrores que no conocieron mitigación alguna. Soy consciente de sus sentimientos. Sin embargo, C.S. Lewis nos puso sobre aviso acerca de los peligros mortales de la soberbia desenfrenada del hombre, la cual, se pone en práctica donde quiera que a los seres humanos se les trata como algo desechable.


El Profesor James Giordano, del Instituto Potomac, dio la conferencia de apertura del seminario del 14 de enero (2011), con la observación de que, en términos de la investigación científica, los 90 fue “la década del cerebro, los 2,000 fue la década de la mente y los 2,010 fue la década del control del dolor”.


¿Cuán lejos llegaremos en cuanto a erradicar el dolor y aumentar el placer? A medida que nos aproximamos al “mundo feliz” de seres humanos fruto de la ingeniería en una nación de aborto a petición, cada “avance” debe ser sopesado en cuanto a cómo afectará al débil e indefenso entre nosotros.

Siendo un cristiano declarado, C.S. Lewis halló esperanza en el amor natural, dado por Dios, que todavía gobierna en el mundo: “Tenemos mucho que agradecer a la benéfica obstinación de las madres verdaderas, las enfermeras verdaderas y, sobre todo, los niños verdaderos, por preservar a la raza humana en la sensatez que todavía posee.”

En Deuteronomio 30:19, Moisés transmite la voluntad de Dios: “He puesto delante de ti la vida y la muerte, la bendición y la maldición, por lo tanto, escoge la vida, para que tú y tu descendencia puedan vivir.”

Es necesario que la ley refleje el orden moral inspirado por Dios. Thomas Jefferson no pensó solamente que “todos los hombres han sido dotados por su Creador” con el derecho a la vida, sino que también le dio la primera prioridad entre los “derechos inalienables” del hombre. “El cuidado de la vida humana y la felicidad, y no su destrucción, es el primer y único objeto legítimo del buen gobierno.”


Fuente: Robert Knight (R.Knight@crministries.org), “When science goes mad. Just because we can doesn't mean we should,” Washington Times, January 24, 2010, http://www.washingtontimes.com/news/2011/jan/21/when-science-goes-mad/. Robert Knight es un autor que escribe para los Coral Ridge Ministries y un miembro de alto nivel de la American Civil Rights Union.

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