Friday, March 18, 2011

HEROISMO Y ABORTO

Nuestra sociedad todavía reconoce y valora de manera extraordinaria las vidas y las actitudes heroicas. Como afrontaron los mineros chilenos su angustioso estado, o la defensa de una mujer con riesgo de la propia vida, o el hombre que salva a su familia de morir ahogados y al final sin fuerzas perece. Cada día en todo el mundo rendimos tributo al heroísmo benefactor. Todos estos son héroes que sirven a un fin sin reparar en sacrificios personales, nos enseñan cómo afrontar la adversidad con esperanza y fortaleza. Si estos son modelos de conducta deseables, entonces, ¿por qué la cultura mediática y el propio Gobierno ensalzan continuamente todo lo opuesto? Narcisismo, hedonismo, la huida del sufrimiento y del esfuerzo, la satisfacción de todo deseo personal de la manera más inmediata y sin parar en compromisos adquiridos, la incapacidad para la renuncia, la facilidad para la frustración.

Una de las características de la contemporaneidad es la valoración de la vida cotidiana, con lo que conlleva el rechazo a que la vida heroica sea la mejor forma de vivir una vida realizada. Esto es así y es bueno que así sea, pero una cosa es la pluralidad de caminos para la realización personal y otra cosa muy distinta la consideración de que vivir lo cotidiano como un gran bien significa sólo servir al propio deseo, porque incluso en lo más habitual existe la condición heroica. Como el padre de familia en paro hace seis meses que se levanta cada día y con tesón y sin desfallecer, dedica la mayor parte de su tiempo a procurarse un trabajo, y que al volver a casa deja en la puerta sus angustias para estar en condiciones de llenarse con los suyos. Éste es un héroe, como lo es la mujer sola con hijos y sin especiales estudios, que debe afrontar su educación y sus necesidades casi, o sin el casi, en la pobreza. Éstas y muchas otras son actitudes, ciertamente, no elegidas pero sí afrontadas desde el heroísmo.

¿Acaso no es el mayor héroe el que sacrifica su vida por la del otro? Siendo así, ¿por qué celebramos como una victoria el aborto?, ¿qué significa poner fin a la vida de un ser humano sin dejarle ocasión para que se realice como lo que es? De acuerdo, nadie puede ser obligado a la heroicidad, y si la madre tiene riesgo de muerte debe poder escoger su vida o la de su hijo no nacido. Pero no nos referimos a esta circunstancia excepcional, escasa, sino a lo que abunda en los más de cien mil abortos al año donde no hay riesgo, sino inoportunidad, incomodidad, mayor esfuerzo. Parir a un hijo no es por fortuna un gesto heroico, aunque cada vez lo parezca más. Cuidarlo y educarlo bien, además de parirlo, ya casi lo es, según las circunstancias. Entonces, ¿por qué no celebrar esta actitud en lugar de la huida?

Una sociedad que vive en tales contradicciones no puede tener futuro. Una sociedad que admira el heroísmo y, a la vez, educa para huir de él acaba sin capacidad de respuesta ante cualquier dificultad o reto.

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