Monday, March 16, 2009

NIÑOS MEDICAMENTO

¿Que padres no robarían viendo al hijo padecer hambre? ¿No llegarían a matar viendo al hijo a punto de sufrir una vejación sexual? Pero la ley lo prohíbe y penaliza aunque atienda a atenuantes y eximentes. No todos los actos que individualmente semejan buenos lo son para la sociedad.

El caso del chico andaluz aquejado de una anemia congénita grave, que reduce substancialmente sus posibilidades de sobrevivir, es uno de ellos. Se ha salvado gracias al cordón umbilical de su hermano, concebido exclusivamente con este fin por selección genética de embriones. Un practica legal en España -no así otros países de Europa- celebrada con el aplauso incondicional, pero que encierra una gran cuestión sobre los limites de la ciencia y el uso de la vida humana.

Cabe entender que los padres han hecho lo que su impulso natural y benéfico conlleva. Dicho esto, hay que destacar algunas cuestiones. La primera es que el procedimiento aplicado, el uso de células madre adultas del cordón umbilical, subraya una evidencia: el éxito del uso de este tipo de células adultas y el callejón sin salida en que se encuentra la aplicación de células pluripotenciales embrionarias.

Una segunda cuestión es que se trata de un problema ético grave .Para obtener un embrión compatible, los padres debieron de generar por fecundación ‘in vitro’ muchos embriones, que fueron destruidos una vez descartados. No se ha informado de cuántos. Un embrión no es un niño, pero lo sería si no se le impidiera su desarrollo. Un niño especifico, único, porque su composición genética está determinada desde su estado embrionario. Es una vida humana. Es lo que establece la sentencia del Tribunal Constitucional de 1985 sobre el aborto: la vida humana existe desde la concepción, y que reitera el Comité Consultivo Nacional de Ética francés.

El tercer punto es que los propios médicos que han intervenido declaran que “es casi un milagro” y que resulta muy difícil obtener resultados semejantes. En otros términos, en la mayoría de ocasiones se sacrifican embriones humanos por nada. ¿Esto es un éxito para nuestra sociedad, para la condición humana?

Al mismo tiempo, ¿podemos tratar la vida humana, incluso el embrión, como un medio y matarlo aunque el fin sea bueno? ¿Este comportamiento colectivo es bueno para la sociedad? La ministra Garmendia demuestra una escasa dimensión intelectual y ética cuando afirma que “las posiciones ideológicas se deben mantener al margen de la ciencia” Si por ideología entiende moral es una mala manera de describirlo y no se puede mantener al margen, por una razón fundamental: las razones de la política siempre son morales, no sólo técnicas. La ciencia, la técnica, sólo trata de los medios, no de los fines, confundir unos con otros es una aberración, la constatación de la pérdida de sentido.

En la sociedad de la inmediatez, del zapping y el videoclip, donde la reflexión es exigua y fugaz, proponer la reflexión sobre estas cuestiones es un empeño difícil pero necesario, porque nunca como ahora hemos vivido como comunidad humana tan al borde del vació creado por el desequilibrio entre nuestras capacidades técnicas y la capacidad de reflexionar sobre los fines, sobre el significado de una vida buena y las opciones de bien.

El argumento de que se utilizan embriones sobrantes de la reproducción asistida no es tal. Esto no justifica su muerte. En todo caso es una exigencia el que no se generen estos excedentes. La reproducción asistida como técnica no los exige, es la práctica comercial y económica de las clínicas que para hacerlo mas fácil para el cliente lo aplica; pero en Alemania, un país escarmentado por el genocidio nazi, no existen embriones sobrantes a pesar de la reproducción asistida.

Por otra parte, la creación de un banco mundial de donantes de cordón umbilical haría innecesaria la práctica de fabricar in vitro hermanos ‘medicamento’.

En esta sociedad y en nuestra política hay falta de ética; hay muchos conocimientos de superficialidad y de apuntarse al comentario fácil, y por el contrario ausencia de rigor y conocimientos. Este cáncer lo invade todo y sus consecuencias son múltiples: los embriones, los que han de nacer, los nacidos como material farmacéutico, pero también la crisis económica, y la injusticia social y pobreza que conlleva. ¿Alguien puede dudar que radica en idéntica falta de moral, mezclada con la irresponsabilidad de los propios actos, la búsqueda del enriquecimiento rápido, la trivialidad?

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