Wednesday, February 13, 2008

CLONACIÓN HUMANA ¿REALIDAD O FICCIÓN?

Se acaba de difundir la noticia de que un grupo de investigación,
dirigido por J French, de la compañía Stemagen
Corporation, de La Jolla, California, en colaboración con
el Instituto de Genética Genesis, de Detroit, han clonado
un embrión humano usando la técnica de transferencia
nuclear somática, la misma que fue utilizada por el equipo
de Ian Wilmut para producir la oveja Dolly.
Según afirman los autores en su trabajo (Stem Cells Express, DOI:
101634/stemcells.2007-0252), publicado el 17 de este mismo mes de enero,
es la primera vez que esto se consigue en el mundo. Volveremos sobre esta
última afirmación.
Hasta aquí los hechos. Hechos que por su potencial importancia, no
solo científica, sino también social, creo justifican un comentario adicional.
En primer lugar, quiero dejar fehacientemente establecida la negativa
valoración ética que merece cualquier experiencia de clonación humana,
tanto sea reproductiva como experimental. La primera porque producir,
gestar y alumbrar un ser humano clonado es algo que, además de repugnar
hasta a la mente éticamente menos exigente por la propia naturaleza de los
hechos, es rechazada por todas las instituciones científicas e incluso por
todos los gobiernos del mundo.
La segunda, la clonación experimental, mal llamada terapéutica, es
así mismo rechazable, porque tras generar un embrión humano, se requiere
cultivarlo, desarrollarlo hasta la fase de blastocisto, para después destruirlo,
para obtener las células madre necesarias para generar las líneas celulares
que van a servir para el proceso experimental. No creo que haga falta
insistir más sobre la valoración ética tan negativa que merece cualquier
experiencia que para realizarla requiera la destrucción de una vida humana.
En este caso de un embrión que ha llegado a desarrollarse hasta blastocisto,
es decir un embrión humano de 50 a 200 células.
Sentado este criterio ético, vamos a referirnos brevemente a algunos
de los aspectos técnicos del trabajo.
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Indudablemente la clonación humana es un objetivo, se puede decir
que apasionante, para algunos científicos que anteponen su propio interés
profesional, a la consideración ética de los medios que para realizar sus
investigaciones utilizan. Por ello, no es de extrañar que hasta el momento
se haya intentado con empeño conseguirla. En lo que mi conocimiento
alcanza han sido hasta ahora siete los trabajos científicos en los que, de una
forma u otra, se trascribían experiencias, que según sus autores, parecían
indicar que la clonación humana se había conseguido. Pero en nuestra
opinión ninguno de ellos lo ha demostrado. El caso más paradigmático el
del coreano Woo Suk Hwang.
Pero ahora, se publica un nuevo trabajo, el comentado al principio de
este artículo, en el que de nuevo se afirma que se ha clonado un ser
humano, por primera vez en el mundo, pues en opinión de French y
colaboradores, los anteriores experimentos no lo lograron.
Sin embargo, a nuestro juicio tampoco ellos han demostrado
fehacientemente que lo hayan conseguido. En efecto, los investigadores
norteamericanos han utilizado la técnica de la transferencia nuclear
somática, es decir, la transferencia del núcleo de una célula de piel, en este
caso un fibroblasto, a óvulos femeninos sobrantes de fecundación in vitro.
Posteriormente han activado el ente biológico generado y han producido,
partenogenéticamente, un blastocisto, del que, en teoría, se deberían poder
obtener las líneas de células madre embrionarias.
En su experiencia utilizan 29 óvulos procedentes de tres mujeres
jóvenes, de entre 20 y 24 años, consiguiendo generar cinco blastocistos
que, en principio, podrían considerarse como humanos. En tres de los cinco
demuestran que existe ADN similar al de la célula adulta y solo en uno de
ellos que existe ADN de la célula adulta y además de las mitocondrias del
ovocito utilizado. Este último sería, desde un punto de vista genético, el
único clon conseguido. No es posible entrar aquí en el análisis
pormenorizado de si esta prueba, la existencia de ADN de la célula adulta y
del ovocito en las células del blastocisto generado, es suficiente para
demostrar que la experiencia ha sido exitosa. A mi juicio no, pues esta
prueba no parece que tenga suficiente solidez científica, ya que lo que se ha
analizado son extractos de ADN y la producción de estos extractos
procedentes del ADN de la célula adulta y del ovocito se puede conseguir
con cierta facilidad en el laboratorio. No digo indudablemente que French y
colaboradores hayan realizado ninguna práctica fraudulenta, pero si afirmo
que el método utilizado para demostrar que su proceso de clonación ha sido
exitoso, es insuficiente. Para demostrarlo de forma definitiva, tendrían que
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haber cultivado células madre de los blastocistos producidos y, en las líneas
celulares generadas, demostrar la existencia de ADN idéntico al del
genoma de la célula adulta y al de los mitocondrias del ovocito utilizado. Y
esto no lo han realizado. Además, sorprendentemente, afirman que no lo
han podido hacer porque han utilizado todo el material celular de los
blastocistos generados en los análisis de ADN que han llevado a cabo, algo
que ciertamente cuesta creer.
De todas formas, al igual que en las siete experiencias precedentes, y
en unas muy recientes realizadas con primates, en las que también se
afirmaba que se ha conseguido clonar monos por primera vez, no se han
podido cultivar células madre obtenidas a partir de los blastocistos
generados. Es decir, a nuestro juicio, en ningún caso se ha demostrado
científicamente que la clonación humana se haya conseguido.
Otra cosa distinta es la valoración ética que el posible uso de los
blastocistos generados para experimentaciones biomédicas merece, pues a
nuestro juicio, por un ineludible principio de precaucion ética, hasta que no
se demuestre de forma incontrovertible que esos blastocistos generados no
son humanos, habría que tratarlos como tales. Es decir, nos parece que no
se ha demostrado que se haya conseguido clonar un ser humano, pero
también somos de la opinión que a ese blastocisto generado habrá que
tratarlo como humano mientras no se demuestra que no lo es. Esto implica
que las experiencias realizadas por French y colaboradores y por los siete
grupos científicos que anteriormente lo intentaron y ahora por los equipos a
los que en España el Ministerio de Sanidad ha autorizado a hacerlo, sean,
desde un punto de vista ético, absolutamente rechazables.
Pero aun hay más, como se sabe, el pasado mes de diciembre se
dieron a conocer los trabajos de dos equipos de investigación, uno japonés
y otro norteamericano, que por separado, pero al mismo tiempo, habían
conseguido reprogramar células adultas hasta conseguir un tipo de células,
que han sido denominadas células iPS, similares a las embrionarias y que
pueden sustituir a éstas como material biológico para cualquier tipo de
experiencias, e incluso en un futuro, probablemente no lejano, para ser
utilizadas con fines terapéuticos. El uso de las células iPS no tiene ninguna
dificultad ética, pues en ningún caso para lograrlas hay que destruir
embriones humanos. Pero además de estas razones éticas, también la
producción de células iPS es técnicamente más fácil de conseguir y por
supuesto mas económica que la clonación humana, por lo que no se ve,
desde cualquier punto de vista que se considere, la conveniencia de seguir
con este tipo de experiencias. Ello ha hecho, que importantes
investigadores de este campo de la medicina, como Jean Thomson y Ian
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Wilmut, hayan manifestado su expreso de dejar de utilizar en sus
investigaciones células madre embrionarias para sustituirlas por células
iPS. Incluso, Ian Wilmut manifestó recientemente, en sus declaraciones en
el New York Times que “dentro de una década la guerra de las células
madre será solo una nota al pie de una página curiosa de la historia de la
ciencia”.
Este circo mediático me recuerda una de las últimas escenas de la
inolvidable película de Roberto Benigni, “La Vida es Bella”, cuando el
protagonista desaparece por la esquina de una calle, ante la mirada
expectante de su hijo, para morir por un disparo de un soldado nazi.
Siempre me parece abominable terminar con una vida humana, pero aun
más cuando es a causa de una guerra que ya había concluido. Sacrificio este
inútil y grotesco. Algo parecido creo que sucede ahora con la denominada
clonación terapéutica. Es a mi juicio difícil de comprender el
empecinamiento de algunos por utilizar una técnica éticamente inadmisible
y científicamente en muchos aspectos superada, la clonación humana,
cuando existe otra, como es la producción de células iPS, que puede
utilizarse sin problemas éticos y con mayor garantía científica.
Los responsables del Ministerio de Sanidad y Consumo sabrán, yo lo
desconozco, por qué han autorizado por primera vez en nuestro país la
clonación de embriones humanos y los directivos de los centros y los
responsables de estos trabajos, por qué han solicitado su autorización y
parecen decididos a llevarla a cabo. Yo sinceramente no lo sé.
Justo Aznar (Alfa y Omega, ABC (Madrid), 7-II-2008).

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