Por Esteban Rodríguez Martín portavoz de Ginecólogos DAV,
Presidente de la Comisión Deontológica de Ginecólogos DAV, Portavoz de
la Plataforma de Ginecologos por el Derecho a Vivir y miembro de
CíViCa.- Publicado en infocatolica.com el 13 de Novimbre de 2012
Una de las premisas para ofrecer un diagnóstico prenatal cada vez más
precoz a toda la población de embarazadas está basada en el miedo
Algunos sectores de la ginecología que viven de la eugenesia han
decidido entrar en política para tratar de impedir que el Gobierno siga
adelante con sus planes de proteger la vida del paciente embriofetal, de
manera que siga siendo posible su eliminación. Para ellos, los seres
humanos fetales más graves, ya no serian pacientes, sino desechos reproductivos que deben ser eliminados en aras del progreso, del derecho de autodeterminación de la madre y en beneficio de la sociedad.
La semana pasada, un importante diario de
corte izquierdista, se hacía altavoz de la iniciativa de dos
ginecólogas dedicadas al diagnóstico prenatal que han promovido una
movilización de la profesión en defensa de la «ley Aido» mediante la
solictud de adehesión a un manifiesto que han elaborado. Las promotoras
de esta iniciativa son Pilar Martínez Ten, que actualmente centra sus trabajos de investigación en la Clínica Delta en el análisis ecográfico tridimensional del fenotipo de los seres humanos con cromosomopatía y otros síndromes, y Begoña Adiego, también trabajadora de Clínica Delta y dedicada al diagnóstico prenatal.
Dice el conocido diario que han conseguido 645 firmas de profesionales
dedicados al mismo negocio de la detección precoz de anomalías, que
podría verse perjudicado si eliminar a los pacientes fetales no fuese
legal. En el documento redactado por estas ginecólogas y que ha sido
entregado a Fernando Román, Secretario de Estado de Justicia, se dice,
entre otros tópicos, que «la decisión de interrumpir el embarazo causa
mucho sufrimiento. Si la ley no permite la interrupción de la gestación
en estos casos [de anomalías fetales graves], a la dramática situación
se sumará el desamparo legal que sufrirán las gestantes». Pero más bien lo que les preocupa es una disminución en la demanda de los servicios que prestan y
la persecución por la justicia de todos esos licenciados que asesoran
en el sentido de eliminar a los pacientes graves y a aquellos que
terminan por cometer el feticidio. De estar realmente preocupados por
las mujeres tendrían en cuenta que al drama de tener un hijo con
anomalías pretenden sumar el trauma de su eliminación intencionada.
Una de las premisas para ofrecer un diagnóstico prenatal cada vez más
precoz a toda la población de embarazadas está basada en el miedo. Los
defensores del diagnostico prenatal abortista entienden que la población
cada día accede más tarde a la maternidad y cada vez se tienen menos
hijos al ser promocionada la ideología de la planificación familiar. Como se tienen pocos hijos y a edades avanzadas, la población demanda que se le garantice la «normalidad», sostienen. En
efecto, la maternidad tardía hace que la probabilidad de anomalías
fetales aumente y el temor a tener un hijo discapacitado justificaría
para ellos la necesidad de ofertar el diagnóstico prenatal «para
decidir» a toda la población gestante.Su universalización, raiz del
negocio, se justifica por la dificultad establecer verdaderos factores
de riesgo.Para ellos, el riesgo es equivalente ser mujer embarazada, de
manera que sostienen que «todo feto es un malformado hasta que no se
demuestre lo contrario».
Con este alarmismo tremendista se promueve el miedo a la enfermedad y al sufrimiento,
para generar demanda, desde los sectores de la ginecología que viven de
la eugenesia y que ahora ven amenazado su negocio si se pretende
proteger la vida de todo paciente fetal eliminando cualquier tipo de
discriminación por razón de edad o de salud. Si no se pudiera eliminar
al enfermo, la razón de ser del diagnóstico prenatal sufriría un gran
varapalo.
Especialmente elocuente sobre el negocio de la eugenesia a través del
diagnóstico prental universal es lo que se dice en la introducción del
libro «Nociones para el Diagnóstico Prenatal de Malformaciones
Embrionarias y Fetales» publicado en enero de 2011 por José Bajo Arenas,
siendo presidente de la SEGO y Joaquín Díaz Recasens, siendo presidente
de la sección de ecografía de la SEGO. Destacamos la declaración de
intenciones eugenésicas que mueve oficialmente a estas sociedades: «La ventaja de diagnosticarlos tempranamente en el primer trimestre radica, como es simplemente deducible, en la mayor facilidad y menor riesgo de interrumpir la gestación» (pag.7)
En España, en último año fueron eliminados unos 3300 seres humanos tras el diagnóstico prenatal bajo el supuesto eugenésico,
la cifra asciende a 11000 si computamos los últimos cuatro años, y a
45000 si lo hacemos desde 1985 en el que comenzó la despenalización de
este supuesto. Son pocos si los comparamos con los abortos por otras
causas, sólo suponen un 3% del total, pero de ellos el 100% de sus
madres pasaron por el negocio del diagnóstico prenatal eugenésico.
Curiosamente, la probabilidad de que en la naturaleza se dé una
malformación congénita (leve o grave) es de ese mismo 3%. Ello quiere
decir que en el 97% de las mujeres que acuden a estos negocios todo será
normal, pero todas acuden a ellos y muchas con la intención de poder
eliminar al hijo en caso de que se le diagnostique algún defecto. ¡Un
gran negocio a pesar de que «sólo» aborten el 3%! Algunos feticidios
serán directamente acometidos en las unidades que se encargan de su
detección, otros nutrirán los establecimientos del aborto y la
contracepción por recomendación de los primeros.
Las ginecólogas promotoras de la iniciativa apelan a los conocidos tópicos de los abortistaspro-decisión
para seguir generando miedo. Apelan al tópico de que abortar es una
«decisión muy difícil», que «obligar» a tener un hijo que nacerá con
discapacidad o corta esperanza de vida supone mucho «sufrimiento», que
tendrán que «irse a otros países» en los que la vida no esté protegida,
que aumentaran los «abortos clandestinos» aunque por personal
cualificado que los harán al margen de la ley, que los que cometan el
crimen (madres y ginecólogos) quedararán en «desamparo legal», que por
«compasión» es preferible «interrumpir» la vida de una persona que
morirá pronto, que nacera con gran discapcidad o que necesitará de
ingentes recursos para su cuidado.
Sin embargo, todos estos argumentos no son de tipo médico ni racionales, sino políticos o emocionales,
es más; son contrarios a la deontología médica y por supuesto no son
representativos del sentir de la profesión sino de un sector que vive de
ello y que es presa fácil del espíritu que domina, con mentiras, al
mundo.
Noticias y opiniones sobre algo muy fundamental hoy y siempre pero en bioetica tal vez hoy mas que nunca ante los progresos de la ciencia. ¿Todo lo que se puede hacer se ha de hacer?
Friday, December 21, 2012
EUGENESIA
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Wednesday, December 19, 2012
RELATIVISMO Y LIBERTAD
Creo
que todos somos conscientes de la gravedad de la crisis económica que
estamos atravesando, pero en la actualidad muchos estamos convencidos
que no se trata sólo de una crisis económica, sino bastante peor, de una
crisis de valores. Estamos ante un enfrentamiento entre dos modelos
sociales contrapuestos: el modelo basado en la cultura del relativismo,
asentado en esa doctrina conforme a la cual la sociedad debe construirse
a partir de una exaltación de la libertad basada en la supresión de
obligaciones y responsabilidades, y el modelo basado en la defensa de
una serie de principios y valores morales, que son los que hacen posible
la convivencia.
El relativismo intenta crear un nuevo tipo de ciudadanos, buscando liberar al hombre de sus ataduras más profundas, incluso las ligadas con la propia naturaleza humana. Se trata de realizar una libertad sin obligaciones ni responsabilidades, en la que el eslogan es “la Libertad os hará verdaderos”, que contradice al de Jesucristo “la Verdad os hará libres” (Jn 8,34). Para el modelo basado en la cultura relativista, Dios no existe y la negación de la dimensión religiosa es el presupuesto necesario para poder construir el modelo de hombre y la edificación de la sociedad que se quiere realizar. No hay valores objetivos y en consecuencia el máximo elogio que se puede hacer de una persona en la hora de su muerte es que fue una persona coherente y consecuente con sus principios, pero éstos, es él mismo quien los determina y establece. Esto lleva a concluir que mi conciencia es el criterio último de moralidad, pues por encima de mí no hay ningún criterio objetivo, pues el Bien y el Mal en cuanto tales no existen, por lo que incluso el comportamiento racista sería bueno si el racista lo fuera sinceramente y terminaríamos en que no podríamos hacer ningún juicio sobre el comportamiento moral de los demás. De hecho esta exaltación extrema de la libertad lleva a la negación de la democracia y al totalitarismo. Creo por ello que el diálogo a fondo con los relativistas es prácticamente imposible, pues no aceptan lo que es la base de la democracia: el ser humano tiene una dignidad intrínseca e inalienable, que ha de ser protegida y respetada. En cambio, en la concepción cristiana, “solamente la libertad que se somete a la verdad conduce a la persona humana a su verdadero bien. El bien de la persona consiste en estar en la verdad y en realizar la verdad”… “De prestar oído a ciertas voces, parece que no se debiera ya reconocer el carácter absoluto indestructible de ningún valor moral. La fuerza salvífica de la verdad es contestada y se confía sólo a la libertad, desarraigada de toda objetividad, la tarea de decidir autónomamente lo que es bueno y lo que es malo. Este relativismo se traduce, en el campo teológico, en descon¬fianza en la sabiduría de Dios, que guía al hombre con la ley moral. A lo que la ley moral prescribe se contrapone las llamadas situaciones concretas, no considerando ya, en definitiva, que la ley de Dios es siempre el único verdadero bien del hombre”… Por el contrario la fe cristiana “trata de guiar a todos los fieles en la formación de una conciencia moral que juzgue y lleve a decisiones según verdad” (Encíclica de Juan Pablo II Veritatis Splendor, nº 84 y 85). Una auténtica democracia es posible solamente en un Estado de derecho, en el que es soberana la ley y no la voluntad arbitraria de los hombres, y sobre la base de una recta concepción de la persona humana, basada en el respeto a su dignidad. El totalitarismo nace de la negación de la verdad en sentido objetivo. “Si no se reconoce la verdad transcendente, triunfa la fuerza del poder, y cada uno tiende a utilizar hasta el extremo los medios de que dispone para imponer su propio interés o la propia opinión, sin tener en cuenta los derechos de los demás”…“La raíz del totalitarismo moderno hay que verla, por tanto, en la negación de la dignidad transcendente de la persona humana, imagen visible de Dios invisible y, precisamente por esto, sujeto natural de derechos que nadie puede violar: ni el individuo, el grupo, la clase social, ni la nación o el Estado” (Encíclica de Juan Pablo II Centesimus annus, nº 44). El Papa actual tiene ideas muy claras sobre los peligros del relativismo. En diversas ocasiones y con diversas palabras, Benedicto XVI ha manifestado su convicción de que el relativismo se ha convertido en el problema central que la fe cristiana tiene que afrontar en nuestros días. Estos mismos días ha escrito en su mensaje por la Paz en Año Nuevo: "una condición previa para la paz es el desmantelamiento de la dictadura del relativismo moral y del presupuesto de una moral totalmente autónoma, que cierra las puertas al reconocimiento de la imprescindible ley moral natural inscrita por Dios en la conciencia de cada hombre”. A mí, personalmente, me gusta mucho esta frase que encuentro en la Encíclica de Juan Pablo II, “Evangelium vitae”, nº 28, que dice: “Estamos ante un enorme y dramático choque entre el bien y el mal, la muerte y la vida, la ‘cultura de la muerte’ y la ‘cultura de la vida”. Estamos no sólo ‘ante’ sino necesariamente ‘en medio’ de este conflicto: todos nos vemos obligados a participar, con la responsabilidad ineludible de elegir incondicionalmente a favor de la vida”. Pedro Trevijano |
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